Eran las 7:19 horas, en la redacción del Sol de México, edición de Mediodía, me sentí mareado, alguien gritó ¡Está temblando! Recordé a mis abuelos, me recomendaron que, ante un sismo, me resguardara en el quicio de una puerta en un muro sólido; tenía un pilar cerca y me sujeté del mismo, era oscilatorio y se sentía que el vaivén aumentaba.

Una jovencita redactora se agarró de mi brazo llorando, cuando en segundos cambió el movimiento a trepidatorio y nos sacudió con violencia; mis brazos jóvenes soportaron segundos del zarandeo que se sintieron infinito, y se escucharon estruendos, gritos, llantos y desesperación de personas en las calles.

Tomé mi libreta y me salí a reportear, vi un panorama polvoso por todos lados, personas desmayadas, otras hincadas entre rezos, cuando llegó mi amigo Arnulfo Magaña, motociclista de la Policía Capitalina y me gritó ¡Súbete y vamos a recorrer las calles, está de la Chingada, hay muchos muertos!

Fui el primer reportero de medios escritos que salió a la calle a cubrir tamaño evento, el otro, fue Jacobo Zabludovsky para la radio.

La ciudad parecía bombardeada, edificios como pasteles derretidos, escombros; en la avenida Juárez los cables de electricidad hicieron explotar los tanques del gas que escapaba en hotel Regis, vimos muchos cadáveres semienterrados. Todo era convulsión y desorden, patrullas, sirenas de la Cruz Roja y espontáneos que intentaban ayudar sin herramientas. Nació la solidaridad.

El número preciso de muertos, heridos y daños materiales nunca se conoció con precisión. De las personas fallecidas, solo existen estimaciones: 3,192 fue la cifra oficial, ​ mientras que 20 000 fue el dato de los cálculos de otras organizaciones. El del mismo día en 2017, hubo menos muertos y más inmuebles dañados.

​De pérdidas, se ha calculado que económicamente fueron de unos 8 mil millones de dólares, que unas 250 000 personas quedaron sin casa y que unas 900 000 se abandonaron sus hogares. El recuerdo lastimero, aún se siente al recordar esta fecha fatídica. El espacio es corto; el tamaño de la tragedia es muy superior.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *