Se le conoce como la “Piedra Pintada”; es uno de los más grandes enigmas de la historia del México Prehispánico. Es una pieza arqueológica mencionada en varios momentos de la historia.

El registro de este monolito es noviembre de 1841, Isidro Rafael Gondra, del Museo Nacional EN 1845, le confió a Brantz Mayer, funcionario americano, sobre la arqueológica, sepultada en el Zócalo y que no había recursos para sacarla.

Podría ser una “Piedra Gladiatoria”, sobre la cual peleaban los prisioneros contra los sacrificadores, que se conoce como “sacrificio gladiatorio”.


Según Gondra, la “Piedra Pintada” se encontraba en Templo Mayor frente de la “Piedra de Tizoc”, conocida como “Piedra sacrificial”. En su libro, Grantz Mayer en 1844, recoge el episodio sobre la historia de la de misterioso monolito.

Se hacían reparaciones, se halló este monumento, Gondra se empeñó en sacarla; pero el Gobierno se negó por insolvente.

Gondra afirmó que, “los colores estaban intactos; de ahí la “Piedra Pintada”. Amarillo, rojo, verde, carmín y negro, y aún se conservaban frescos”. Brantz Mayer publicó el dibujo de la Piedra Gladiatoria.

Alfonso Caso, titular del INAH, realizó planos sobre la posible ubicación de la “Piedra Pintada”. En 1969, en las obras del el Zócalo del Metro, se realizaron excavaciones para tratar de hallar el monolito sin éxito.

En 2018 se realizaron obras en el Zócalo, que reavivaron la historia de la “Piedra Pintada”. Resultaron fallidos. FUENTE: Eduardo Matos Moctezuma, profesor e investigador emérito de la IN, BBC Extra

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