Por JORGE OCTAVIO OCHOA. Preocupante lo que ocurre en México. Ciegamente, un país se entrega, poco a poco, a un poder omnímodo, incluso peor del que logró librarse cuando sacó al PRI de Los Pinos.

Ahora, el epicentro se ubica en Palacio Nacional, y se erige más monolítico y autoritario que todo lo anterior. La cínica forma en que se aprobó el PEF 2022, incluso con voto a distancia, desde fiestas privadas, así lo demuestra.

No es exagerado. San Lázaro se ratificó como un gran prostíbulo, donde las voluntades se venden, se tuercen, se cambian, al abrigo del poderoso en turno. Y cuando caiga el Rey, vivirá el Rey.

Es un espectáculo penoso. No porque ocurran cosas similares en otras partes del mundo, somos mejores. Aquí, dos partidos impresentables como PT y PVEM se vuelven el factótum de la transición.

Y como gran soberano, el presidente proclamó: “A dormir con la conciencia tranquila, feliz domingo”, les dijo a sus diputados. Unos más sumisos y obsecuentes que otros.

Lo cierto también, es que poco duró la resistencia de la oposición. PAN, PRI, PRD y MC dejaron de luchar y poner en evidencia la enorme irresponsabilidad con que actúan los partidos en el poder.

Incluso hubo una diputada, del Partido Verde, que lo avaló con voto a distancia, desde una fiesta.

LO QUE EL PEF 2022 NO RESPONDE:

• No promueve la reactivación económica, ni social
• No redirecciona los recursos para lo que verdaderamente le importa a la gente
• No mitiga los efectos negativos de la pandemia
• Es centralista
• Deja sin atender los problemas de salud para quimioterapias
• No da respuesta directa a los que cayeron en desempleo por la pandemia
• Ataca a las universidades públicas, como la UNAM y la Universidad de Guadalajara
• Debilita a los municipios
• Es indolente con el medio ambiente, mientras el mundo le apuesta a las energías renovables
• No saca de la pobreza y anula a la clase media
• Mueve dinero a pobres, para aceitar la maquinaria electoral
• Es persecutorio y sólo busca más recaudación

Se esperaban escándalos así, pero no tan ominosos. Sobre todo, porque se da justo después de que el presidente de la República lanzó su “tercera llamada”, para que todo mundo regrese a clases, principalmente las universidades.

LA 4ª OLA QUE VIENE

Con ello, el mandatario, abrió una caja de pandora que quizá ni siquiera ha previsto, pero que lo pueden hundir en un tobogán de problemas de los que ya no podrá salir esta vez.

Sin garantías de salud alguna, lanzó una auténtica amenaza a la UNAM y demás universidades públicas, para que se presenten a las aulas, en medio del pánico que para algunos profesores de edad ello representa.

Al interior de estas instituciones, se ha empezado a gestar un ríspido debate sobre los términos y las formas en que se reincorporarán a sus salones de clases y laboratorios, con el agravante de tener una vacuna no reconocida por la OMS.

El gobierno de la 4T, dígase Andrés Manuel López Obrador, recetó para todos los maestros, a todos los niveles, la aplicación de la vacuna CanSino, que Estados Unidos se niega a reconocer y para la cual no hay visa de paso.

Pero ese no es todo el problema: hay versiones no desmentidas, de que dicha vacuna sólo tiene un tiempo de efectividad de 6 meses, luego de los cuales, dejará expuestos nuevamente a los mentores ante el bicho.

Estos datos, son sólo el inicio de la discusión interuniversitaria. Hay otro debate soterrado sobre las nuevas formas de educación que se implementarán. Sindicalistas dicen que se les quiere afectar su “materia de trabajo”.

En el mundo académico, lejos de vislumbrar un panorama que permita extender la educación y combatir el rezago a través de mecanismos a distancia, ya hay maestros que se oponen y dicen que se quiere implementar “métodos de explotación”.

EL HUMANISMO Y LA EMPATÍA SE PERDIÓ

Así la miseria humana, la cortedad de miras y la disparatada concepción del mundo que permea cuando todo se quiere politizar. México será uno de los países con más muertes por la pandemia, más de medio millón, pero AMLO lo quiere minimizar.

Es una actitud ambivalente, porque apenas el miércoles reconoció, ¡después de tres años de gobierno! ¡Después de tres años! Que hay desabasto de medicinas, no sólo para el cáncer, sino para otras enfermedades delicadas.

Fuera de toda lógica, nunca midió las consecuencias de suspender la compra de medicinas sin un análisis preliminar. Tres años después, el mandatario luce enojado. Pero su reclamo perdió sentido. Él es el culpable, él dio las órdenes.

Nunca desmintió, con la claridad que lo hizo este miércoles pasado, la afirmación de Hugo López Gatell en el sentido de que la falta de medicamentos era un “complot”, una manipulación de los medios y de algunos padres de familia.

Hoy, después de tres años, el presidente tiene que admitir esa falla de cálculo, y se hunde más y más en esa mediocridad; en ese espeso nivel de debate donde todos son una “mafia”, todos son corruptos, menos él, aunque hable con medias verdades.

Habrá que ver cuál es la reacción de estudiantes y maestros ante esta política criminal y poco empática del presidente. Y falta ver el recorte presupuestal que les va a recetar.

¿Se habrán dado cuenta de que no les otorgó ni un peso de aumento presupuestal? ¿Cuánto tardarán en ver que las becas se reducen? ¿Se atreverán a cuestionarlo por haberlos lanzado a los brazos de la mortandad?

Habría que preguntar nuevamente aquí: ¿El hijo menor del presidente de México va a escuela pública o privada? ¿Seguirá sus estudios en una de las Universidades Benito Juárez, en la UNAM, en alguna universidad pública o en alguna privada?

Todo viene a cuento y no es ofensa, porque hoy los universitarios se abren a un nuevo debate, sobre la pertinencia de arrancar en una modalidad mixta para hacer frente, con los menores riesgos posibles, a una pandemia que dista mucho de haberse ido.

De hecho, en México, las muertes por Covid19 todavía promediaron más de 200 diarias, que es como tener un avionazo, una catástrofe carretera y un estallido de gas todos los días.

LA MUERTE SE HA NORMALIZADO EN MÉXICO

Hemos perdido la capacidad de asombro. Aun así, maestros, trabajadores y alumnos debaten en los colegios académicos, sobre la forma en que regresarán, pero los sindicalistas dicen que les modificarán sus “condiciones de trabajo”.

Ante el regreso obligado, crecen las voces que afirman que la pandemia afectó la salud física y mental de la comunidad, y que este regreso precipitado demuestra la falta de empatía de parte de las autoridades universitarias.

¿Qué pasará cuando entiendan, se enteren o se den cuenta de que fue López Obrador quien ordenó esa apertura precipitada, sin protocolos, sin acuerdos previos del Consejo Nacional de Salud?

Las universidades plantean un modo “mixto”: educación presencial y a distancia. Pero trabajadores y profesores eventuales y sindicalizados dicen que con ello se les quiere escamotear puestos, plazas de trabajo y reducir el sueldo.

Argumentan que en las universidades públicas buscan implementar “contrataciones precarias”, con profesores temporales. Pero no ven que es el actual gobierno federal quien desde el 2020 les recortó el presupuesto, y con ello, las plazas y el sueldo.

Dicen que hay “improvisación” de las autoridades universitarias, pero no se atreven a mirar hacia el gobierno de la República, que no ha presentado un solo informe del resultado que arrojó la educación que impartió la SEP a través de monitores de televisión simplemente.

Hubo esfuerzos descomunales de algunas universidades, para comprar computadoras, programas y herramientas costosas y dotar así a los alumnos de instrumentos para tomar clases a distancia y así no perder el año escolar.

Pero hoy la discusión se centra en el regreso, en la premura, la eventualidad, la forma en que se violentan las condiciones de trabajo. La discusión es una locura. Si regresan pronto, mal; si lo hacen de manera escalonada y mixta: mal.

Unos y otros amenazan ya con recurrir “ante las instancias competentes”. Unos, porque se pone en riesgo su salud con un regreso tan precipitado. Otros, porque se afecta su materia de trabajo. Otros porque se viola su derecho a la educación.
Aquí cabe la pregunta: ¿Ante cuáles instancias competentes? Las secretarías de Salud y del Trabajo, lo único que han demostrado en estos 18 meses de pandemia, es incompetencia, incapacidad y omisión.

De pronto, el gobierno de la república, dígase López Obrador, descubrió que la educación “es una actividad esencial”, y bajo esos términos ordena el regreso. Pero a la hora de diseñar su presupuesto, el criterio de “esencial” ya no es el mismo.

La esencialidad de las universidades públicas se acaba, en el momento en que el presidente de la republica tiene otras prioridades, que no fueron consultadas con nadie, por mucho que ahora quiera empujar consultas inútiles y espurias.

¿Por qué no somete a consulta el Tren Maya, o Dos Bocas, o su aeropuerto?

Total, los mexicanos hemos aprendido y emprendido un discurso de odio que hoy nos envuelve a todos, empujado desde Palacio Nacional. La violencia pronto podría tocar a esas puertas. ¿Cuál será su argumento?

Tenemos que repetir aquí, aunque al presidente y sus seguidores les duela escucharlo: Todo esto ocurre en México porque tenemos a un mandatario sumamente deficiente y confundido.

Vemos en sus acciones una evidente y profunda deficiencia académica e intelectual.

No basta con el voluntarismo y la buena fe, que indudablemente la hay. Pero, por ejemplo, venir a darse cuenta, luego de 3 años, del grave problema que desató con la compra de medicinas, es poco menos que escandaloso.

Esto demuestra que Andrés Manuel López Obrador adolece de una creciente incapacidad y sufre de una megalomanía y autoritarismo que empieza a enloquecerlo.

Que conste que lo decimos despacito, bajito y con mucho respeto: no es lo mismo una arenga de campaña, que la tarea de gobernar. Es por eso que AMLO reprobó administración pública y ahí están los hechos.

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