Sorprendente, loable, aunque ¡Inverosímil!, eso de ¡Todos al ISSSTE!
Certero recordar que: “Si somos trabajadores al servicio del Estado, tenemos derecho a recibir atención médica en el ISSSTE”.

Derecho, sí, que vayan ¡No!
Quien visualiza a los paisanos Adán Augusto y Andrés Manuel López -Hernández y Obrador- formados para una cita en esa institución.
O a legisladores, funcionarios, mandos medios y superiores y abandonar sus privilegios para ir a su clínica como cualquier otro derechohabiente.
¡Sorprendente! Y falaz.

Aplaudirle que el proponente y el mandatario, pusieran el ejemplo.
Que como derechohabientes que son, pidan cita en sí clínica del ISSSTE.
Sensibilizaría al mandatario de las necesidades y urgencias en materia de salud.
López Hernández sabría que su afirmación: “tenemos derecho a recibir atención en el ISSSTE”, es tan cierta y un embuste.

Está el derecho, no la ¡Atención! En un sistema de salud nacional ¡Colapsado!
Sin calidad ni de calidez en la mayoría de sus clínicas y hospitales.
Quién creería que se atendieran en un instituto con desabasto y en crisis.

En un organismo, que ni con sus cotidianos derechohabientes cumple.
¿A qué se enfrentaría un López Hernández o un López Obrador?
A un verdadero ¡Calvario!
Un viacrucis como lo padece el derechohabiente.
Imaginen a los tabasqueños y su gabinete sacar cita.
Visualícenlos formados desde las seis de la mañana.

En la ¡Calle! Con el frío ambiente y parados por horas para ser los primeros en recibir atención de un médico que ni los volteará a ver.
Después andar en busca de surtir la receta, cuyo medicamento por ¡”Mágico”! Se ¡Agotó!
Por supuesto, son la pareja soluciona todo y resuelve enfermedad: ¡Paracetamol y Naproxeno!
Veo a los López, desesperados, llamar y llamar para surtir la receta.

Llevan un mes y en la farmacia institucional:
—No ha llegado el medicamento, no insista.
Se agrava el padecimiento y requieren especialista.
¡Tres meses! Sí bien les va.

Si es ¡Neumólogo! Olvídenlo, no hay.
La pandemia nos ¡Colapsó!

Me recordó el caso de mi madre, falleció en espera de atención de un neumólogo, sin pandemia-, ahora está peor.

Un López, requiere es cardiología o neurología o siquiatría, bueno, también están saturados.
Si es cáncer, ¡olvídenlo! Esa enfermedad no importa, al menos a un López.

Así que ISSSTE, es ¡Morir! en el intento…¡Nunca llega!,
la atención especializada.

Tampoco los visualizo en servicio de ¡Urgencia!, que es otro calvario.

Menos, con un hijo, y vayan desesperados por la necesidad de atención.
El primer ¡Filtro! Un ¡Policía! Él o ella, deciden el acceso, incluso si es o no urgencia.

Hay que hacer síntesis del mal.

Con suerte, pasa el enfermo y una persona.
Llega cualquiera de los dos López al ¡Segundo filtro!

Una trabajadora social, regularmente mal humorada y ¡Déspota!
También a ¡Repetir síntomas! Para que determine si es urgencia.

¿Tiene hemorragia, diarrea, temperatura? Debe ser visible algo que denote urgencia.

De lo contrario ¡Esperar!
El servicio está ¡Saturado! Y pocos médicos.

Tras la espera -una hora, si bien les va-, y para esa urgencia, no hay especialista en turno.

Si es fractura, vaya a otro hospital, no tenemos rayos X.

Si se cayó, se pegó en la cabeza y no vomitó ni perdió el conocimiento…
—¡Venga mañana!..
O vaya a otro hospital, no tenemos para tomografía.

Y allá, empezar de nuevo, nombre y síntomas.
En síntesis, buena la propuesta de López Hérnandez, aunque igual que las de su paisano.
¡Desafortunada! Fuera de razón y ridícula en un país de ¡Prebendas!

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