Por: Miguel Ángel Mata Mata
1.
— ¡Como andaría de loco por ti, como andaría!
Rasgaba el Indio de Igualapa, Indalecio Ramírez, al disputar llantos a las cuerdas de su guitarra.
— Que hasta unos versos de amor te escribí, por esos días.
La decepción le orilló a dejar de llorar al recordar:
— Te aprovechaste y luciste a mi lado, tu intrascendencia. Cuando me hallaba en el último grado, de la inconsciencia.
¡Ay Dolor! Ya me volviste a dar por quien se fue, pero, en su huida deja amarga la saliva en el mal recuerdo que provoca la ingratitud.
2.
En ésta etapa que se descaran los travestidos políticos que se refugiaron en el PRI de Guerrero, para hinchar sus bolsillos al amparo del aparato administrativo del gobierno de Guerrero, aparecen de pronto, rostros verdaderos que se quitan la máscara y reniegan de una militancia que jamás tuvieron.
No es la primeva vez, ni será la única. No ha sido tan solo en el PRI, ni será el último partido en donde se hagan negocios al amparo del poder. Ni los primeros que, al huir del bote hundiéndose, denuncien que allá va el ladrón.
— ¿Alguien recuerda el apellido Huges?
Ellos son empresarios que hicieron negocios al amparo de un gobierno en Guerrero. Ellos han sido absueltos de los delitos de los que se les acusó. Tuvieron el valor de aguantar vara y no renegar de quien les dio la mano.
— No como otros.
3.
La mañana del lunes circuló en redes una carta firmada por Javier Taja Ramírez. Dirigida al dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional. El joven empresario de Acapulco se queja de que, en el partido, al que dice pertenecer, no existe la democracia.
Los argumentos de la mala copia de los empresarios Huges, hubiese causado un sisma al interior de cualquier otro partido. Pero no. Su renuncia no pasó de una anécdota cuyo chiste se cuenta solo.
Al revisar el padrón de militantes del PRI en Acapulco, no aparece el nombre de Don Javier. Tampoco en el comité directivo estatal. Menos en el del Comité Nacional.
Aparecen, eso sí, muchas fotos en redes de Don Javier vistiendo una camisa con logotipos y colores del PRI, pero no aparece credencial alguna con algún número como militante. Tampoco el registro del pago de sus cuotas.
Vamos: no fue valla, pancarta, come tortas, bebe Frutsi, acarreado, jamás gritó a la Triquititriqui ni, mucho menos, tuvo el enorme honor de ser líder seccional.
Su hermano, Ricardo, ha militado en el PRI, el PRD y otra vez en el PRI. El dará el salto al partido del Movimiento Ciudadano para buscar, otra vez, la presidencia municipal de Acapulco.
— Pero ese es otro rollo multipartidista.
4.
Durante los últimos seis años, Javier se convirtió, de pequeño a poderoso empresario a quien no le negó nada el poder administrativo estatal de Guerrero.
Aunque el debiera no existe, Javier debió renunciar cuando fue poderoso funcionario del gobierno priísta que acaba de concluir. Entonces sí habría causado un sisma… al interior del gabinete estatal.
Hoy, el hecho no pasa de que un exfuncionario de un gobierno priísta cree renunciar a una militancia que jamás se le entregó, en automático.
5.
Debe estar decepcionado, por la ingratitud, quien le dio su confianza durante seis años.
Por ello, la filosofía del portentoso Indio de Igualapa se aplica al dedillo a un PRI al que no le queda sino cantar:
— Hoy le desmiento a mi mente ilusa, esa faceta. Porque resulta que tú no eres musa ni yo poeta.
6.
La melodía se llama: Se me van las Ganas.

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