No ha existido un Procurador o Fiscal General (hoy) que No haya pretendido como prioritario terminar con la corrupción imperante desde sus cloacas con la corrupción, sin que haya terminado abducido, copado, tragado por ella o cuando menos dejar hacer, dejar pasar pretendiendo no mancharse las manos mientras camina entre el estiércol de la Fiscalia General del Estado.
Sandra Luz Valdovinos Salmeron y Marvilla Alicia Vela Mero son los dos polos opuestos de la misma realidad torcida de sus terquedades, la Fiscal Teniente Coronel entrenada para obedecer y mandar. La directora de Recursos Humanos, burócrata capacitada para mantener que todo siguiera igual o peor.
Fue el encuentro de dos mundos, pero con las uñas, sin metáforas, Marvilla representante de la inmovilidad de la burocracia corrompida hasta la médula, (protegida por el exfiscal Santos Barila), cuyo “sacrificio” y transparencia pretendieron vender a los medios en una escena, digna de “la Rosa de Guadalupe”, escena trágico cómica que casi repiten en el Congreso Local, ante el inefable diputado Rafael Sanchez Esquivel.
En tanto en su función de titular como Fiscal, la Teniente Coronel Sandra Luz Valdovinos Salmeron, blindada en una personalidad de dureza e inflexibilidad, desde su fuero interno pretendió convertir a la institución a su mando en su “Insula Barataria”, despreciando cualquier autoridad pero erroneamente la jerarquía superior de la misma gobernadora del Estado, Evelyn Cesia Salgado Pineda, con el prurito de que “a ella No le debía el puesto”. Grave error político.
Hasta el Secretario de la Sedena sabe, y respeta a su máximo Jefe Político, qué pasa con la Fiscal General en Guerrero? que piensa y asegura que sus blasones bastan y sobran, a tal grado que hasta hoy no se a dignado tener acercamiento con la gobernadora, ni atender los intentos por teléfono, a tal grado que a las reuniones de la Mesa de Coordinación para la Construcción de La Paz, manda a uno de los vicefiscales, quien tiene que hacer de “tripas corazón” porque carece de jerarquía para asumir responsabilidades en ese tono. Sólo toma nota y las trasmite a los oídos sordos de su jefa.
El principal problema de la autoridad de la Fiscal es la nula aplicación de la política, del uso institucional de la misma y por ende su colaboración con los intereses gubernamentales que deben conjugarse con los de Casa Guerrero. Ahí estriba No su error sino su ceguera política; dado que no entiende que su puesto es eminentemente político, porque hasta el dictar una orden de aprehensión lleva un carácter político judicial.
Las cosas empeorarán si continúa con ese tenor de mando unilateral, obtuso y sin razón que lo único que ha mostrado hasta hoy es antipatia, desprecio y coraje y va ser mucho más difícil una “operación cicatriz” sin el apoyo político, “político”, de manera institucional desde Casa Guerrero.