Sara Lovera
Fue un todo. Escritora, defensora de los derechos de las mujeres trabajadoras y del pueblo, se unió a las sufragistas; pero sobre todo fue una histórica defensora de los derechos de los obreros y activista en una época de prohibición de la lucha social; vivió en sentido de la historia, dejó huella en nuestra memoria. Apasionada y decidida se forjó por sí sola. No dejó de luchar hasta unas semanas antes de morir; muy hermosa nunca se negó al amor. Fue una impulsora de los movimientos de justicia social en nuestro país durante la segunda mitad del siglo XX.
Su perfil:
Activista política mexicana, nació el 10 de septiembre de 1907 o 1904[1] en San Jerónimo de Juárez, Guerrero, un poblado ubicado a 170 kilómetros al oeste de Chilpancingo. Fue la décimo sexta hija de Genaro Galeana Lacunza una quien, en propias palabras de Benita, “era un hombre muy rico”[2], el más próspero terrateniente del pueblo.
Benita quedó huérfana de madre a los dos años y su padre se consumió poco a poco en el alcohol. A los seis años, después del fallecimiento de su padre, Benita se fue a vivir con Camila, la mayor de sus hermanas. La niña fue obligada a desempeñar labores propias para un adulto: hacía charamuscas para vender en la calle, aprendió a amasar, a hacer dulces, tamales; hacía tortillas para llevar a la milpa y alimentar a sus hermanos; por las tardes preparaba la cena para dar de comer al hermano que regresaba del jornal; cuidaba de los hijos menores de la hermana; aprendió a matar puercos, a ordeñar vacas, a hacer jabón, queso, a sembrar toda clase de semillas y a levantar la cosecha…Benita creció inmersa en la pobreza y el abuso, primero ejercido por su hermana Camila que la golpeaba constantemente y le impidió ir a la escuela; más adelante por su cuñado Pedro que la maltrataba cuando Benita le preparaba la comida e incluso, una noche, intentó abusar de ella sexualmente, pero Benita se defendió y le cortó dos dedos de un machetazo.