Con la muerte de Enrique Metinides, surgen cascadas de comentarios y de anécdotas con él en el frente de batalla, ya sea con los Bomberos, con los policías, socorristas y con los mismos compañeros de la fuente policiaca.

Desde finales de los años cuarenta, Metinides fue testigo de los hechos más impactantes ocurridos en la Ciudad de México y algunas partes del país, siempre acompañado de su cámara réflex y un montón de rollos de 35 milímetros en su mochila.

Su primera foto, nos contó el mismo Enrique Metinides, alguna vez, fue en 1949, cuando tenía 9 años de edad.

“Mi papá me regaló una cámara y comencé a usarla”, y unos días después se le presentó la oportunidad de tomar unas fotografías a un carro que había chocado muy cerca del Palacio de las Bellas Artes, en San Juan de Letrán.

Extraño, ¿No?, un chamaco de 11 años de edad, tomando fotos, y para la policía pasó inadvertido el asunto; en la foto se ve el caso destrozado y al fondo el eterno Palacio de las Bellas Artes.

Así, el “niño” comenzó a hacer presencia en los casos policiacos que registraba la capital del país, y como lo único que tomaba con su cámara eran los choques, pues para la policía era algo sin relevancia, y se fue haciendo amigos policías y socorristas.

Nunca imaginó el niño Metinides que con el paso de los años, sus gráficas iban a ilustrar las páginas de El periódico que dice Lo que otros Callan, La Prensa, y de repente ya se encontraba muy joven trabajando con los más destacados reporteros de los años cincuenta, sesenta, los setentas, y finales de los ochentas.

El hombre que vio Todo, fue un documental sobre la vida de Enrique Metinides, que lo convirtió en uno de los fotógrafos más importantes del mundo, y era admirado por los más famosos reporteros gráficos del planeta y de México.

En 1957, el niño ya se había transformado en todo un hombre, y el destino le dio la gran oportunidad de ser testigo de primera fila del terremoto que destruyó parte de la capital del país.

Nunca se imaginó Metinides, que esas mismas tomas las iba a captar con los sismos de 1985, con edificios caídos, gente atrapada, bomberos y socorristas auxiliando a las víctimas y todas las imágenes asombrosas del momento.

El choque del Metro en la estación Viaducto en 1975, el Hotel Regis destruido por el terremoto de 1985, el avionazo del Western Air Lines en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en 1979, camiones partidos en dos por el tren, y muchas emergencias a las que acudía Enrique Metinides a bordo de la ambulancia número 11 de la Cruz Roja , son una mínima parte de los hechos a los que les dio cobertura El Hombre que vio todo para el Diario La Prensa.

A Enrique Metinides no solo le lloran sus familiares; también le lloramos sus compañeros de la sección de fotografía, los de redacción, los de talleres, los de las oficinas, y de todas las áreas de trabajo de esa casa editora.

Le lloran los onces, los paramédicos de la Cruz Roja, y todos los que compartimos momentos en el lugar de los hechos.

Adiós, querido “Niño”, nos dejas gratos momentos y enseñanzas, nos dejas parte de tu vida; alguna vez volveremos a encontarrnos.

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