Acapulco, Gro., 18 de mayo de 2022

Comunicado-defensa-de-la-vida-Mayo-2022

AL PUEBLO CATÓLICO Y A LAS PERSONAS DE BUENA VOLUNTAD EN EL ESTADO DE GUERRERO

Hemos ido siguiendo la manera como se fue desenvolviendo el Congreso del Estado ante las reformas del código penal del Estado, particularmente en lo que se refiere al delito del aborto y su despenalización.

Con tristeza constatamos que no fueron tomadas en cuenta las voces, no pocas que se oponían a esta reforma con argumentos basados en la razón y en la ciencia.
Nuestro reconocimiento a todas las personas que han orado por los legisladores y se han manifestado públicamente con el fin de que nuestras leyes defiendan la vida de cada ser humano, desde su inicio en el momento de la concepción hasta su fin en la muerte natural. También para los legisladores que mantuvieron en alto el valor de la dignidad humana.
Ante lo sucedido, queremos dar una palabra a los hombres y mujeres de buena voluntad y particularmente al pueblo católico

El hecho de que una “ley” permita a las mujeres embarazadas abortar hasta las doce semanas de gestación de ninguna manera cambia el hecho de que se trata de la eliminación de un ser humano, niño o niña. ¿Ve Usted cuerdo que con doce semanas y un día ese niño o esa niña sí tengan derecho a vivir y con doce semanas menos un día no lo tengan? Es aberrante . Eliminar a un ser humano es asesinar. El primer derecho que tenemos los seres humanos es que no nos maten. Es un derecho que se convierte en obligación universal: “no matarás”, y que la autoridad tiene la grave responsabilidad de hacer valer, Es mandato de ley natural,, Dios Padre lo expresa claramente en el Decálogo, y el Señor Jesús lo enumera entre los mandamientos que hemos de observar para conseguir la vida eterna. El catecismo de la Iglesia Católica nos dice: “la vida humana ha de ser tenida como sagrada porque desde su inicio es fruto de la acción creadora de Dios (…) nadie, en ninguna circunstancia, puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente” (CATIC 2258).M

La ciencia nos dice que empezamos a existir desde el momento en que fuimos concebidos. El nuevo viviente, que se forma en el momento de la concepción, al que se le da el nombre de cigoto, es ciertamente humano, tiene el genoma humano, y es un viviente humano diferente a cualquier otro, parecido a sus padres y hermanos, pero diferente. Desde ese momento, bien lo sabemos, empieza a desarrollarse desde sí mismo. Sólo necesita tiempo, alimento y un ambiente adecuado para su crecimiento. A no ser que se lo impida la enfermedad o la violencia, se desarrollará hasta su etapa madura. A los 18 días de gestación el corazón ya bombea sangre por sus venas, a las cinco semanas aparecen nariz, mejillas y dedos; a las seis semanas tienen esqueleto, riñones, estómago e hígado funcionando; a las siete semanas su cerebro produce ondas propias y cuenta con ojos, lengua y labios, y a las diez semanas puede parpadear y reaccionar a ruidos. Y así, ese ser humano que fue concebido continuará su proceso de maduración; llegará el momento de su nacimiento, luego se convertirá en un infante y después en un adolescente, un joven, un adulto y un anciano. El derecho a vivir que cada uno tenemos ahora, en la etapa de desarrollo en que nos encontramos, ese mismo derecho lo teníamos al ser concebidos. Es el mismo derecho que tiene todo ser humano desde recién concebido.

El artículo primero de nuestra Constitución al garantizar la igualdad de todo individuo, expresamente prohíbe cualquier discriminación motivada por la edad. A todos nos resulta claro que nadie puede ser asesinado por no tener una semana más de existencia. “Esta defensa de la vida por nacer está íntimamente ligada a la defensa de cualquier derecho humano. Supone la convicción de que un ser humano es siempre sagrado e inviolable, en cualquier situación y en cada etapa de su desarrollo. Es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos en turno” (Papa Francisco)

“La sola razón, nos dice el Papa, es suficiente para reconocer el valor inviolable de cualquier vida humana, pero si además miramos desde la fe, ‘toda violación de la dignidad personal grita venganza delante de Dios y se configura como una ofensa al Creador del hombre’. Precisamente porque es una cuestión que hace a la coherencia interna de nuestro mensaje sobre el valor de la persona humana, no debe esperarse que la Iglesia cambie su postura sobre esta cuestión… Quiero ser completamente honesto al respecto. Este no es un asunto sujeto a supuestas reformas o modernizaciones. No es progresista pretender resolver los problemas eliminando la vida humana”.

Muchos especialistas coinciden en afirmar que la mujer no desea abortar. El aborto es una violencia muy grande también contra ella misma: contra su cuerpo, contra sus instintos primarios, contra sus sentimientos y emociones. Y muchas veces lo hace presionada por la irresponsabilidad paterna. “El varón es corresponsable en la obligación de dar un acompañamiento afectivo y efectivo a la mujer que ha embarazado y a su hijo”. Si ella fue víctima de una violación se trata de una muy grave injusticia y ciertamente la impunidad en nada ayuda. Busquemos cuidar de la Mamá para cuidar del niño o la niña recién concebidos. Hacia allá nuestros esfuerzos.

Nuestro deber como pastores seguirá siendo el mismo en la propagación del Evangelio de la vida proclamado por Jesucristo, nuestro Salvador: la vida es un don de Dios y deberá ser cuidado y protegido por la familia y la comunidad humana. Tenemos que seguir evangelizando al pueblo de Dios conforme a la verdad revelada y testimoniada por la comunidad eclesial, aun en medio de situaciones adversas.

Este paso legislativo nos urge, a todos los agentes de pastoral, a una planeación y compromiso que nos lleve al encuentro de los hermanos en las periferias y en los nuevos areópagos donde podamos exponer la verdad con toda libertad.
*Debemos crear, con nuestras fuerzas, en las parroquias, centros de acompañamiento a la mujer embarazada, sobre todo para la que se ve empujada a abortar por diversas razones. Darle la mano sin condenarla y con caridad fraterna ofrecer los medios indispensables para que el nuevo ser nazca en un ambiente de amor.
*Impulsar la Pastoral de la Vida, organizando los equipos parroquiales desde donde se impulsen consultorios pro-vida, siendo la misma parroquia el primer medio de contención para evitar los abortos inducidos.
*Desde la catequesis infantil, de adolescentes y juvenil ofrecer el conocimiento que da la ciencia, la razón y el catecismo, para valorar y respetar la vida humana desde su inicio en la concepción hasta su fin con la muerte natural.
*Implementar en los cursillos de formación prematrimonial los temas referentes a la ciencia, la razón y el catecismo, para valorar y respetar la vida humana desde su inicio en la concepción y gestación de los nuevos seres humanos como bendición de Dios para los esposos y la familia.

Y otras iniciativas que podrán proponer la Comisión de Familia, Vida, Juventud, Adolescentes y Laicos de la Provincia.

En una palabra, continuar con mayor ímpetu y compromiso nuestra tarea evangelizadora como lo pide el Proyecto Global de Pastoral haciendo más bella nuestra casita sagrada.

A todos los bendecimos y les exhortamos a seguir caminando guiados por el Espíritu Santo y bajo la dulce mirada de Santa María de Guadalupe.

Monseñor Leopoldo González González, Arzobispo de Acapulco
Monseñor José de Jesús González Hernández OFM Obispo de Chilpancingo- Chilapa
Monseñor Joel Ocampo Gorostieta Obispo de Ciudad Altamirano
Monseñor Dagoberto Sosa Arriaga Obispo de Tlapa

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