CUARESMA II ciclo A 2023
CEC 554-556, 568: la Transfiguración.
CEC 59, 145-146, 2570-2571: la obediencia de Abrahán.
CEC 706: la promesa de Dios a Abrahán se cumple en Cristo.
CEC 2012-2114, 2028, 2813: la llamada a la santidad.
FE, ESPERANZA, SUFRIMIENTO, RESURRECCIÓN
Cuando Dios toca nuestra alma, nos transforma, nos cambia la visión. Es
lo que hizo con Abraham, los apóstoles, los mártires, los santos.
Fe como la de Abraham. Confiar en la duda, cuando la fidelidad a Dios se ve
tentada por tantas voces de este mundo que únicamente existe lo material o lo
terrenal.
La vida y la felicidad terrenal es prefiguración de que existe la vida y felicidad
eterna. El ser subsiste. Somos seres sempiternos. Lo que se da en el orden
natural se da más perfectamente en el orden sobrenatural; “la vida no se acaba,
solo se transforma, y disuelta nuestra morada terrenal, se nos prepara una
mansión eterna en el cielo”.
Casi no queremos dejar la comodidad, por eso casi no subimos al monte… Pero
subir tiene sus beneficios. Tiene sentido el sufrimiento, la cruz, asi lo indica la
carta apostólica Salvifici Doloris de San Juan Pablo II.
En este tiempo de Cuaresma, contemplamos con devoción la imagen del crucifijo,
sobre todo en el rezo del Viacrucis.
El camino de la cruz es inseparable del camino hacia la gloria. La pasión es
camino para la resurrección. Sin cruz no hay resurrección. La cruz va en el
paquete del seguimiento de Cristo –hasta llegar a estar con él en la gloria eterna-.
“El que quiera seguirme, tome su cruz de cada día y sígame”.
Como Abram escuchó la voz de Dios, así pide que escuchemos la promesa de
Dios de que nos resucitará.
Hay que tener esta esperanza: Quien muere con Cristo, con Cristo
resurgirá. Quien lucha junto a Él, con Él triunfará.
Los santos y los mártires tuvieron total seguridad en la resurrección; esto movió
todo en su vida.
Estar con Jesús no solo en el Monte Tabor sino también en el camino del Calvario.
Podemos mostrar resistencia como Pedro: “eso no te puede suceder…” Pero
Cristo considera que querer huir del sufrimiento es obedecer a Satanás.
Los esfuerzos por vivir según Cristo no son en vano, son para llegar con
seguridad a la alegría de la Pascua.
Cristo muestra todo el panorama. Si con las tentaciones se muestra
como verdadero hombre, en la transfiguración se muestra como
verdadero Dios.
Cuaresma es tiempo de más oración, hay que subir al monte e
insertarnos o introducirnos en el misterio de Dios.
El diálogo entre Cristo, Moisés y Elías es como la sinodalidad actual –
Papa Francisco, mensaje de Cuaresma-. Escuchar es parte del
equilibrio, por ello la sinodalidad, para no actuar imprudentemente en lo
pastoral, por eso hay que oír.
En los momentos complicados hay que apoyarse en los amigos, por eso
Cristo se hace acompañar de los tres más cercanos a él; aunque a veces
nos confrontamos, porque parece que no nos entienden, sin embargo
están con nosotros.
Cristo como siervo lleva la cruz y de momento se transfigura, pero no
aparenta un cambio que el hombre necesita sino que se muestra como
Dios, se transfigura; ahí lo pueden ver los apóstoles tal cual es. Pero
sucede que “¿hace cuánto tiempo que estoy con ustedes y todavía no
me conoces, Felipe”?
Al humanismo le falta cristianismo. A veces somos demasiado humanos
y nos olvidamos que Dios se pueda estar manifestando en nosotros, nos
mostramos como simples, como quien no porta nada de lo divino, es
como si estuviéramos haciendo un despojo de Dios.
Necesitamos manifestar más a Dios, a pesar de que somos pecadores;
no perder la memoria de que Dios quiere mostrarse a través de nosotros,
con rostro transfigurado.
La luz de Cristo ahí supera a la luz del sol, porque es luz divina, increada:
“que tu luz sea mi luz”.
El amor conlleva algo de dolor. No esperen, por ejemplo, vivir en su
matrimonio sin ningún sufrimiento, o creer que toda la vida terrenal van
a estar sanos.
Antes de resucitar, hay que estar preparados para afrontar los momentos de
tristeza y dolor.
El cristiano vive de esperanza, por eso tiene sentido la vida.
Metanorfosis es un cambio de forma, el hombre se transforma afuera
cuando en su interior es transformado por la gracia de Dios.
Ser una luz para los demás, ser transfiguración, no ser vinagre.
¿Cuáles pueden ser las actitudes transfiguradas para las personas que
se escandalizan de la cruz, de la muerte?
Cuando Moisés subió al monte Sinaí tuvo rostro resplandeciente y un
olor agradable. ¿Cómo podríamos hacerlo nosotros?
La exhortación apostólica Vita Consecrata señala que la vida consagrada
debe transparentar la vida futura pero en el día de hoy. Cuando no hay
transcendencia ocultamos a Dios.
Sufrir con esperanza, como los deportistas cuando están tratando de
nivelarse en el partido hasta lograr la victoria.
Este evangelio es como un tanque de oxígeno para transparentar el
rostro resplandeciente de Cristo en los demás.
Un cambio concreto o transfiguración: evitar el hedonismo, aceptar con
buena dirección el sufrimiento. Después del sufrimiento está la paz
eterna. Sin muerte no hay vida. Ej., el joven enfermo en etapa terminal
que dice: “ya viene lo mejor para mí, ya casi me voy con Dios”. Es
distinto, aquí se nota, vivir con fe y esperanza que sin ellas. El Viernes
Santo precede al Domingo de Resurrección. Hay que darle
trascendencia a la vida.
La transfiguración es para quitar el escándalo de la cruz. El dolor que hay
en el mundo produce escándalo, por eso los faltos de fe consideran que
Dios es inhumano.
El dolor es el dolor y no hay más explicación que la que nos da la fe. Por
ejemplo, al fierro para darle forma, tiene que pasar por el fuego y darle martillazos.
Adversidad, fracasos, sufrimiento… es parte de la vida. Aunque esto no
es compatible con el mundo actual.
Enseñar a los ministros extraordinarios que al visitar a los enfermos les pidan que ofrezcan sus sufrimientos por los que están sufriendo en Siria
y Turquía…, que sientan que no están sufriendo solos, sufren pero se
acerca lo bonito, lo hermoso, la felicidad eterna.
El sufrimiento a veces es inevitable, pero hay que verlo en conexión con
la gloria eterna, con fe y esperanza. No siempre estamos arriba; a veces
tenemos que estar abajo. La kénosis de Cristo también es nuestra, así
como lo es su resurrección.
La gente conecta más con el dolor de Cristo que con su triunfo, como
que no se identifican con El Resucitado. Hay que animarnos a no
quedarnos en la muerte sino llegar a la resurrección, por ejemplo, hay
que ir planeando como parroquia hacer procesión del silencio con Santo
Entierro, pero darle más importancia a la procesión de Resurrección.
EVANGELIO PARA NUESTRA SOCIEDAD ACTUAL
Las decisiones equivocadas –individuales y sociales- son dolorosas, por
ejemplo, no contabilizamos los abortos que se realizan avalados por la
ley permisivista del aborto; incluso se persigue a los Centros de Atención
a la Mujer que apoyan a las mujeres con la finalidad de que no aborten,
pues, les enseñan otra perspectiva de cómo solucionar sus dificultades.
Hay un sufrimiento que es redentor, como el de Cristo; hay un sufrimiento
que es inútil, innecesario, como por ejemplo, el de mantener secuestrada
a toda la sociedad; aquí sufre todo el pueblo; en cambio, Cristo sufrió y
murió para que no sufriera en ese grado todo el pueblo. Otro ejemplo,
los asesinatos pasionales, ¿qué sentido tienen? ¡Cuánta pena para la
familia!
¿Por qué tanta violencia en el estado de Guerrero y en el país? Dios Padre dice
“este es mi hijo amado, escúchenlo”. La violencia se da porque no escuchamos a
Dios que manda: “No matarás”. Se requiere fe para escuchar al Hijo de Dios.
Falta evangelización, difundir este mandamiento divino. Hay que disuadir
a las personas de hacer el mal, exhortarlos a hacer el bien.
Cristo es el Camino, la Verdad y la Vida, no lo son las ideologías como
el hedonismo, relativismo, comunismo, marxismo, feminismo,
machismo… Las ideologías no escuchan la voz de Dios sino la del padre
de la mentira (Satanás), aunque juegan con ventaja, pues los que las promueven cuentan con el recurso público, están “maiceados”… pero al
final no vencerá la mentira sino la verdad, no vencerá el mal sino el bien.
Cuando no coincide la voz de Dios con la de los hombres –por ejemplo
con la de los gobernantes-, hay que escuchar antes a la autoridad divina,
porque Dios tiene la última palabra o decisión.
AVISOS
En un mes, el Martes Santo será la Misa Crismal. Participar todos.