Por: Miguel Ángel Mata Mata
1.
En 1927, Plutarco Elías Calles concluyó con lo iniciado por Porfirio Díaz: la construcción de una carretera que uniese al puerto de Acapulco con la Ciudad de México.
Y, desde entonces, comenzó la magia en el paraíso.
2.
Cuando Maximino Ávila Camacho, hermano del presidente Manuel, deforestó el islote de Caleta y Caletilla, para construir su casa, nadie le dijo nada porque era hermano de quien era.
Desde entonces esa casa fue casa del general, casino ilegal, jardín de niños, Acuario y hoy nido de pandilleros.
Cuando aquella felonía se consumó contra Acapulco, nadie dijo nada porque el invasor era Maximino, hermano del señor Presidente.
3.
Cuando Miguel Alemán Valdés cambió el aeropuerto de Pie de la Cuesta a donde actualmente funciona, en el Plan de los Amates, nadie dijo nada.
Cuando se cambió el desarrollo urbano de Pie de la Cuesta a la zona de Puerto Marqués, nadie dijo nada porque muchos hicieron millones al vender terrenos de los Ejidos El Progreso e Icacos.
Cuando eso pasó, nadie dijo nada.
Hasta los muertos del panteón de Icacos volvieron a callar, hoy que el predio es usado por un estacionamiento público, encima de sus tumbas.
Ni los marquesanos protestaron, porque les hicieron una avenida Escénica, para llegar a Puerto Marqués, hasta donde llegaba el presidente para protagonizar, dicen lo marquesanos, una bella historia de amor.
En realidad, fue un bello romance, pero de bienes raíces que dejó, y aun deja, millones de dólares a inversionistas amigos de ese clan.
Y nadie dijo nada.
4.
Cuando Adolfo Ruiz Cortines construyó su casa en la Playa Angosta, nadie dijo nada. Hoy esa casa luce un letrerote que dice: “Propiedad federal” y desde ahí, luego, se construyó la avenida Adolfo López Mateos, en homenaje a otro prócer sexenal.
5.
Cuando la Unión Inquilinaria de Acapulco nació el 13 de junio de 1957 y el seis de enero de 1958 se inauguró la colonia La Laja, nadie dijo nada.
Cuando el presidente Adolfo López Mateos ordenó apoyar la invasión de los colonos de la colonia La Laja, y dio comienzo una industria jugosa que ha dejado políticos enriquecidos y muchos cargos de elección popular en manos de invasores de tierras, nadie dijo nada.
Cuando se canceló un mega proyecto turístico en La Laja, nadie dijo nada porque aquello estaba muy lejos y, además, eso lo había decidido el señor presidente.
4.
Cuando Luis Echeverría declaró que el sionismo era una especie de racismo y los inversionistas judíos se fueron de Acapulco, en represalia, nadie dijo nada porque Acapulco aguantaba eso, y más.
Cuando José López Portillo inauguró una cosa llamada “turismo social”, que no era otra cosa sino filas de autobuses de personas de escasos recursos que dormían en las playas, y él inauguró un andador en La Roqueta con una caminata de atleta, acompañado de su secretaria de turismo, como el gran atractivo de Acapulco, nadie dijo nada.
Nadie dijo nada cuando nos quitaron un parque donde funcionó el patio de operaciones de carga del muelle y hoy existe un muro que impide el acceso a los acapulqueños.
Nadie dijo nada cuando entre Miguel de la Madrid y Carlos Salinas se inventó Punta Diamante.
Ni cuando Felipe Calderón se llevó el Tianguis Turístico de Acapulco.
Ni cuando José Francisco Ruiz Massieu inventó una autopista que rescató de la inanición turística al puerto…
5.
Quien no conoce su historia, está condenado a repetirla.
Una tras otra.
La semana pasada se supo que el presidente Andrés Manuel López Obrador ha ordenado la construcción de un hospital de tercer nivel del ISSSTE en el edificio que fue el emblema del turismo acapulqueño, el Centro de Convenciones.
Nadie dirá nada.
Tal vez tímidas conferencias de prensa y lamentos a la callada de gerentes de empresas turísticas. Los dueños callarán. Tienen mucho que perder.
Callarán los regidores, apoltronados en los cientos de miles que reciben del erario.
Callarán los diputados locales porque ya sueñan con ser presidentes municipales.
Callarán los diputados federales de Acapulco que andan de invasores de predios y del mismo zócalo.
Callarán los senadores que se han enrolado en los trabajos por la elección del 2024.
Callarán todos, mientras ordenan investigar quién le metió lumbre al mercado central para desviar la atención de otra ocurrencia impuesta al puerto de Acapulco.
Callarán porque lo ha ordenado el señor presidente.
6.
Por cierto:
— ¿Qué hora es?
— La que diga el señor presidente.

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