Xalpatláhuac, Guerrero., Julio 2-2023.- El tañer de las campanas del Santuario del Señor del Santo Entierro hacían la tercera llamada, en un altoparlante, una voz de mujer, en náhuatl, transmitía un mensaje, recordaba que ese día habría trabajo comunal en el camino real, convocado por la Autoridad Tradicional, el Tlayakanki.






El Padre Julio César daba algunos avisos a quienes habían acudido a la Misa Comunal de 7 de la mañana. Habría pláticas de pre seminario para varones y pláticas para mujeres con las hermanas Clarisas, daba las fechas, para ese momento ya el ciclo escolar habría concluido, les dijo, por ello no habría pretexto de estar en clases. Había asperjado el agua bendita y nos había dado la bendición aarónica.
En el camino real un grupo de varones, así como de elementos de la policía comunitaria, varones y mujeres, esperaban el arribo de ”la máquina”. -¿máquina? Pregunté al Tlayakanki, Nicolas Villareal Dircio “la retroexcavadora”, me dice, que ayudaría a la comunidad a realizar el rastreo del primer tramo del camino real, un kilómetro y medio aproximadamente.
El sonido de la máquina se escuchó, los señores echaron mano de sus machetes y se hicieron a un lado. El Tlayakanki dio la bienvenida a Víctor, el conductor y le indicó donde iniciaría el trabajo. Acto seguido los señores del pueblo, los voluntarios que realizarían trabajo comunal, se apostaron a la vera del camino y empezaron a desmontar las ramas. Las y los elementos de la Policía Comunitaria se alejaron un poco y se quedaron atentos a cualquier incidente.
El motor de la máquina corta cualquier conversación estando cerca, a don Víctor no parece importarle mucho, trabajará “hasta donde se pueda”, me dice mientras le acompaño sobre ese poderoso equipo que levanta la tierra mientras el bamboleo del camino, con hundimientos, la ladea y me sostengo.
El sonido de los machetes cortando tepehuajes, higuerilla, copalcahuitl y casahuate caen, como el suelo donde están para permitir ampliar a 6 metros el camino. Tomo una flor amarilla que ha caído, la llaman yoyucli en náhuatl y pregunto si un fruto del casahuate, en forma de codo de fraile, en color verde, es comible, me dicen que no, incluso que la leche de sus venas verdes es muy pegajosa, que si algún animal lo come provoca que se le peguen sus intestinos. Pero una voz dice “a menos que no tengan ya nada que comer y el hambre las lleve a hacerlo”, -podrían morir, le digo, mientras asienta con la cabeza y sigue su trabajo. Pero no todo árbol cede al paso del camino, don Joaquín rescata con mucho cuidado una mata de mango que coloca “con la tierra donde nació”, en un bote, para plantarlo “merece vivir”, me dice.
Recorro el tramo donde han llegado más varones con sus machetes a sumarse al trabajo comunal, el saludo es de lo más alegre, vienen dos mujeres policías comunitarias más, son jóvenes, saludan a su Comandante, reciben instrucciones. Me alejo. Mientras cada cual realiza su trabajo.
Son las 10 de la mañana, el Tlayakanki, Nicolás Villareal Dircio, sale con dos compañeros. Vuelven con el almuerzo. Nadie inicia hasta que estamos todas y todos reunidos en torno a los pollos, los chiles en vinagre, los frijoles, las tortillas calientitas, y agua embotellada. Comemos de pie. Inician una plática en su lengua. De vez en vez me comentan el tema de la conversación que me permite, con sus tonos, entender hacia donde va.
No dejo de sorprenderme de la acción de servicio que realizan. Intento entender la visión de la comunidad que aprende desde la niñez y hasta la edad avanzada, que el pueblo requiere servicio y que este se da ya en cooperación económica, preparando alimentos, o haciendo la talacha dedicando su tiempo, vigilancia, etc.
El llamado de la Autoridad Tradicional que encabeza el Tlayakanki, que encabeza Nicolás Villareal Dircio, es una voz de mando que se atiende.
En esta ocasión con cooperación de dueños de terrenos aledaños al camino real y de pobladores, se contrató la retroexcavadora, -de lo contrario, me dice el Tlayakanki, “sería a pico y pala”.
Este camino real enlazará Zoyatlán , en cuyo paraje se realiza, y Santa Cruz, que tiene cada cual 700 habitantes, es decir cerca de mil 400 personas. Pero además se beneficiarán habitantes de Ocotepec, Ocotequila, Ocoapa y Ocotillo. El arrastre de la obra contempla Un kilómetro y medio por seis de ancho. Se unirá a otro camino recién ampliado con la participación del gobierno del estado a través del Secretario General de Gobierno, Ludwin Marcial Reynoso Núñez.
La segunda parte de este camino enlazará hasta la carretera a Marquelia, solo que se requiere relleno para no afectar el sistema de agua de la localidad, me comenta la autoridad tradicional.
El Padre Julio César, que oficia Misa en el Santuario del Señor del Santo Entierro donde es titular el Padre Hugo, es contundente “es mejor que sus hijas e hijos escuchen la palabra de DIOS a que se pierdan en el camino y los busquen en la desesperación”; en el paraje de Zoyatlán, mientras se realiza el rastreo del camino real nadie habla de política, hacen servicio.








