MANUELA MEDINA, ADELANTADA A SU TIEMPO
Por: MARY TERE SCHEPERS
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Nos hemos enterado de muchas mujeres que en la Guerra de Independencia, le dieron lustre a nuestra nación, ahora toca el turno a Manuela Medina, quien nació en la ciudad de Texcoco, potencia importante en el período de la Conquista Española, ahora es apenas conocida, se ubica en el Estado de México.

Ahí, a mitad del siglo XVII, en 1780 vio la luz una niña que con el tiempo llegó a ser una de las mujeres heroínas más notables, combatiente por la Independencia Nacional.
Comprendió su origen indígena y el yugo que oprimía a su raza, y al enterarse del Grito de Dolores, la señorita Medina habló de la Libertad, despertando en los corazones de los interlocutores el amor por la Patria.
Con decisión, formó una compañía de bravos jinetes y se lanzó a la lucha y en muchas ocasiones hicieron huir a los realistas.
Combatió en la toma del puerto de Acapulco el 13 de abril de 1813 y en la rendición de la Fortaleza de San Diego, el 20 de agosto de ese año.
Ante los ofrecimientos de indulto por parte del Virrey don Juan Ruíz de Apodaca, “La Capitana” siguió luchando al frente de su tropa y, no cejó en sus propósitos de Libertad, su nombre no figura entre los que aceptaron los indultos.
Con incontables vicisitudes, vio con satisfacción concluir la Guerra de Independencia. Se retiró a su pueblo natal, Texcoco, murió en marzo de 1822, después de una penosa enfermedad producto de una herida de lanza que recibió en uno de los muchos enfrentamientos con el enemigo.
Juan Neponuceno Rosains, secretario de José María Morelos, escribió en Taxco: “Día 9 de Abril, 1813. Hoy no se ha hecho fuego alguno. Llegó en este día a nuestro campo Doña Manuela Medina, india natural de Texcoco, mujer extraordinaria, a quién la Junta de Zitácuaro, dio el título de Capitana porque ha hecho varios servicios a la Nación, pues ha levantado una Compañía y se ha hallado en siete acciones de guerra”.
Hizo un viaje de más de cien leguas solo para conocer al General Morelos; después de haberlo hecho dijo que ya moría contenta con ese gusto aunque la despedazara una bomba de Acapulco”.
Amigos de Latitud Megalópolis, terminamos. Reciban un gran saludo y mi eterno agradecimiento siempre.
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