Línea 12: Ebrard-Slim-Delgado, culpables
El impacto de la noticia del accidente de un convoy de la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México, fue demoledora para el gran favorito de la carrera Presidencial dentro del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), Marcelo Ebrard Casaoubon, la noche del lunes 3 de mayo de 2021.
La obra cumbre de su vida política, efectuada como militante prominente del Partido de la Revolución Democrática (PRD), durante el período del 5 de diciembre de 2006 al 4 de diciembre de 2012, en que se desempeñaría como jefe de Gobierno de la ciudad más importante del país, se cimbró hasta todas sus entrañas, consciente de ser el protagonista principal de la peor tragedia, hasta ahora registrada en la principal red de transporte de los capitalinos, que pone en situación de alto riesgo, para sus aspiraciones por convertirse en el sucesor sexenal en 2024.
No pasaría mucho tiempo después de las 10 de la noche con 25 minutos en que ocurriera la tragedia, en la parte elevada de la también llamada “Línea Dorada” (Mixcoac-Tlahuac), a la altura de la estación Olivos, inaugurada espectacularmente en octubre de 2012, con el apadrinamiento del entonces Presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, y que al colapsarse, se sentiría obligado en punto de las 11 de la noche con 54 segundos, emitir un mensaje urgente en su cuenta de Twitter:
“Lo ocurrido hoy en el Metro es una terrible tragedia. Mi solidaridad a las víctimas y sus familias. Por supuesto deben investigarse causas y deslindarse responsabilidades. Me reitero a la entera disposición de las autoridades para contribuir en todo lo que sea necesario”.
Muy clara la intención de quien en principio aparecería ante toda la Nación, como el principal responsable-culpable del descarrilamiento y caída en pendiente, de uno de los trenes del tramo elevado, cuya infraestructura fue construida por las empresas del Corporativo, que incluye telecomunicaciones, del todopoderoso empresario mexicano de origen libanés, Carlos Slim Helú, quien por lo mismo está en situación de corresponsabilidad.
Como jefe de Gobierno, Marcelo no daría seguimiento cercano a la realización de la gigantesca edificación, a pesar de que sobre la marcha presentaba errores que si bien se atendían, no se corregían lo suficiente como para evitar riesgos mínimos, una vez que entrara en operación la “Línea Dorada”.
Magna obra que originalmente fue proyectada en base a una inversión de 17 mil 583 millones de pesos, la cual tendría un costo final de 26 mil millones de pesos, los cuales, a discreción y sin respetar la normatividad del proyecto, serían egresados de las arcas por el secretario de Finanzas, Mario Martín Delgado Carrillo, actual líder nacional morenista, evidenciando el primer error de la administración gubernamental, al no respetarse los tiempos programados de entrega.
A dos semanas de la Noche Triste para el pueblo de México y más para el también secretario de Relaciones Exteriores, todavía se recuerda entre su equipo del primer círculo, que lo ocurrido le haría entrar en pánico, de tal forma que con su texto evidenciaría su miedo por ser señalado como el principal imputado de lo ocurrido, precisamente a nueve años de haber entregado a los habitantes de la urbe más poblada del mundo, la que fuese considerada como la obra gubernamental más importante de los últimos años en el territorio nacional.
Una mega construcción iniciada en junio de 2008 e inaugurada a toda prisa seis semanas antes de concluir su gestión sexenal en diciembre de 2012, sin importar los señalamientos internos de los responsables de la obra de los ámbitos oficial y privado, como de especialistas extranjero, en cuanto a la existencia de graves deficiencias en la edificación de la obra civil y en su funcionamiento, que serían soslayados por Marcelo.
Negra noche del lunes 3 de mayo para Ebrar Casaoubon, en la que las horas siguientes de la madrugada se volverían eternas, mientras la jefa de Gobierno actual, Claudia Sheinbaum Pardo, salía a la palestra en el lugar de los hechos, para estar pendiente de las tareas de rescate de muertos y heridos, que oficialmente en este domingo 16 de mayo acumulaban 29 decesos, entre ellos un niño de 12 años y su padre, así como más 80 lesionados.
Una tragedia que no dejaría tranquila la conciencia del canciller, que a las siete de la mañana del martes 4 de mayo, con evidentes muestras de cansancio y ojeras pronunciadas, lo mismo que Sheinbaun Pardo, aparecían como las “estrellas” del espectáculo de la conferencia de prensa matutina encabezada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, en Palacio Nacional.
Ahí, Marcelo volvería a tratar de fortalecer su mediática defensa adelantada, al reiterar que se pone a disposición de las autoridades “para lo que sea necesario, tras el accidente en la Línea 12”, lo cual no dejaría de sorprender, desde el momento en que ninguno de los “reporteros” presentes le cuestionara responsabilidad alguna del trágico accidente.
Subrayaría: “El que actúa con integridad no debe temer a nada. El que nada debe, nada teme. Pero yo estoy sujeto, como todos, pero más como un alto funcionario y como quien promovió la construcción de la Línea, estoy sujeto a lo que determinen las autoridades”.
El canciller sabe su culpa y se defiende como gato panza arriba, tratando de cubrir los ángulos de debilidad que pudieran encontrarle y con ello minar el camino todavía bastante sinuoso de la mitad del sexenio, el que hasta ahora había transitado como el protagonista principal, al llevar a cabo encomiendas múltiples, al grado de convertirse en el varazo derecho y de toda confianza del titular del Poder Ejecutivo Federal.
A los reflectores de esa “mañanera” de Palacio, la jefa de Gobierno Claudia Sheinbaum Pardo, igualmente considerada como la segunda aspirante a la candidatura del Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA), en 2024,quien sin hacer ningún comentario sobre lo dicho por el secretario de Relaciones Exteriores, iniciaría la encomienda de distracción de los medios sobre su importante correligionario, al anunciar que su Adinistración contratará un peritaje internacional, para averiguar las causas del accidente.
Apego a un protocolo no convincente para la mayoría de los habitantes de la capital nacional y del país, para quienes bien sabido es que el desplome de convoy fue resultado de fallas de origen y de insuficiente mantenimiento debido a la reducción de presupuesto “en aras de una austeridad republicana gubernamental”, que se traduciría en el quebranto de la estructura por carecer de la calidad obligada en los materiales utilizados.
A diferencia de la costumbre mediática de inmediata adjudicación de culpas a los pasados gobiernos “fifís”, “neoliberales” y “conservadores”, por los errores cometidos en la obra pública, calificada de corrupta y dispendiosa, esta vez el silencio ha sido la respuesta en lo concerniente al terrible accidente del Metro, puesto que desde hace 24, la ciudad de México ha sido gobernada por quienes están el poder, con la excepción de Rosario Robles Berlanga que está tras las rejas por la “Estafa Maestra”, pasando primero por Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, Marcelo Ebrard Casaoubon, Alejandro Encinas, Miguel Angel Mancera Espinosa y Claudia Sheinbaum Pardo.
El daño está hecho al Sistema de Transporte Colectivo Metro, al afectar a 450 mil usuarios que diariamente utilizaban la “Línea Dorada”, equivalente a un 10 por ciento de los cuatro y medio millones de personas que son transportadas dentro de los diferentes espacios territoriales de las Alcaldías Ciudad de México, como de ciudades de la zona conurbada.
Labor de distracción para evitar el “golpeteo” al delfín francés morenista, que no funciona y se refleja en la disminución de popularidad del propio Marcelo y Claudia, que se alarman al observar cómo la repercusión negativa llega hasta el gran dedo elector y la mayoría de los candidatos de su partido, que han empezado a percatarse del malestar generalizado que ha propiciado el accidente, que no incidente, como ha querido la jefa de Gobierno Sheinbaum definirlo sin éxito, en la inminente cercanía de los comicios del domingo 6 de junio.
Redes sociales donde se revierte la tendencia golpeadora a los enemigos de la clase en el poder, al no poder esta vez responsabilizar al pasado “neoliberal” la hecatombe en el Metro.
Mientras en la parte oficial Ebrard Casaoubon se limpia hasta con agua bendita para salir bien librado, sin lograrlo, negándose a involucrar a las constructoras, de “este mal momento”, la contraparte técnica corresponsable, representada por Carlos Slim, el hombre más rico de México y uno de los grandes magnates del mundo, guarda el más absoluto silencio, con la certeza de que, como siempre, nada ni nadie lo tocará ni con el pétalo de una rosa, en sus intereses.
Sus nombres y su vigencia están a la vista: Empresas ICA, SAB de C.V.; Alstom Transport, S. A.; Alstom Mexicana, S. A. de CV, y Carso Infraestructura y Construcción, S.A. de C.V., avaladas por la firma de contrato con el Gobierno del Distrito Federal, el 17 de junio de 2008.
Compromiso de obra de la Línea 12 del Metro, consistente en una vía de longitud total de 24 kilómetros 480 metros, para ser utilizada por los trenes en el servicio a pasajeros, así como cuatro kilómetros 200 metros, destinados a las labores de mantenimiento. El formato de vialidad tendría dos kilómetros 830 metros en modo superficie; 12 kilómetros 70 metros, en viaducto elevado; dos kilómetros 810 metros, en cajón subterráneo y seis kilómetros en túnel profundo, en un trayecto de comunicación Mixcoac-Tlahuac.
Y pese a las fallas de las integrantes del Corporativo de Carlos Slim Helú, en la entrega puntual de cada una de las fases del Proyecto, que finalmente implicaría no solamente un incremento de costos del 70 por ciento, sino de fallas
que ya desde entonces se advertía que podrían causar accidentes menores hasta descarrilamientos, el entonces jefe de Gobierno capitalino, se mostraría complaciente con el empresario consentido del sistema político y de gobierno de México.
Gravedad de fallas que no se detectarían en el día de la inauguración en octubre de 2012, a pocos días de la terminación de gestión, sino hasta pocos meses después, en 2013, cuando se registraría el primer paro de actividades de la “Línea Dorada”, para ser objeto de una investigación que implicaría posibles actos de corrupción en la construcción de la obra cumbre de Ebrard Casaoubon.
Pesquisas que llevaron a una demanda por incumplimiento de contrato a las empresas del Consorcio ICA-Carso-Alstom, equivalentes a más de dos mil millones de pesos, mientras se giraban órdenes de aprehensión en contra los funcionarios responsables del Proyecto, al grado de ser boletinados como prófugos de la justicia mexicana, con ficha roja por la Interpol.
Solicitud de la Procuraduría General de la República, para localizar y detener al ex director general del Proyecto Metro, Enrique Horcasitas, así como al ex director de Construcción de Obras Civiles, Moisés Guerrero Ponce, y al ex subdirector de Obras y Apoyo del Proyecto Metro, Sergio Aguirre Mendoza.
Todo quedaría en la impunidad, pues ni las constructoras de Carlos Slim Helú pagaron un centavo por sus incumplimientos, como tampoco Horcasitas, al que la autoridad judicial capitalina calificó de “principal responsable de las fallas y construcción de la línea 12”, sería simplemente “condenado” a una inhabilitación por 20 años para ejercer cargo público y el pago de una sanción de siete millones 800 mil pesos.
Tal vez por eso, terminando su período gubernamental, emprendería la graciosa huida al exilio dorado, no de Mixcoac-Tlahuac, sino el de uno mejor, en París, Francia, el terruño de sus padres.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A.C.