El proceso que siguió Andrés Manuel López Obrador para llegar a la Presidencia de la República no varía con el que hoy llevan los morenistas: recursos financieros oscuros y la participación abierta y sistemática del gobierno amloísta; antes muchos callaban lo que era evidente: como los ríos económicos que fluyeron en los tres intentos para lograr el triunfo electoral y que Obrador llegara al Ejecutivo Federal, se omitió cuestionar los videos que acusaban recibir cuantiosos recursos, que por lo que se sabe se exhibieron los mínimos en comparación al arsenal que pueden estar resguardados.

Antes todos los partidarios del hoy titular del Ejecutivo callaron anteponiendo que el proyecto era primero y “había que ganar sea como sea” y el proyecto AMLO estaba muy adelantado como para aventurarse a otra opción pero quién de los que lo acompañaron en ese trayecto ignoran que se repartían apoyos a quienes acudían a los mítines, a las brigadas de promoción, para los viáticos o a quienes cuidaban las elecciones o quienes operaban las consultas; eran incuantificables caudales de dinero… pero en efectvo y que se evaporizaba en las manos de las masas y en consecuencia para los órganos fiscalizadores del Instituto Nacional Electoral era muy difícil seguir la ruta para llegar a los provedores del obradorismo.

Los cómplices de ese proyecto que fructificó con la contundente victoria en julio de 2018 soñaban o le apostaban a un cambio, tan contundente como el triunfo, en generar una verdadera reestructuración del sistema político, económico, social y administrativo; integrado por quienes caminaron empujando ese proyecto; la realidad venció al sueño: el “estás conmigo o contra mi, sea lo que sea” ganó terreno y la obsesión por dejar heredero, aparentemente, dócil y que cubrirá las trapacerias de su gestión y de la familia sin objetar las indicaciones al finalizar el sexenio; para ello sólo vio esas cualidades en la hoy casi candidata de Morena: Claudia Sheinbaum Pardo.

Otros apostaron a las frases famosas: “hasta que nos hizo justicia la Revolución”, “el que no transa no avanza”, “el que se mueve no sale en la foto”, “has obras que algo sobra” “muera el Rey viva la Reina” “la ley de Herodes: si no robas te jodes” y tantes frases célebres que fueron el catalogo de actuación que en esta gestión, como nunca, se volvieron a poner en práctica y aparecieron por doquier los nuevos ricos del morenismo a costa de los contratos leoninos, o los programas de sembrando vida donde se pagan diez y se cobran veinte, igual que el de construyendo el futuro donde necesitan cuatro jóvenes y les asignan diez con la “mochada” respectiva, o el de las pensiones para adultos mayores donde existen diez millones y medio de “viejitos” y presupuestan para más de once millones; esto es, hay un monto excedente de más de 36 mil millones de pesos, por algo no les subieron la pensión universal de seis mil pesos desde julio  como lo había prometido; obviamente, las ganancias son para el que “reparte le toca la mayor parte”: el cinismo para robar cayó en lo burdo de votar para decidir si se es corrupto o no,  o tener la venia presidencial  a través de “la marrullera”: “se acabó la corrupción”, una expresión que se convierte en burla para la mayoría del pueblo que es testigo de los excesos de este gobierno que prometió el cambio y dio más de lo mismo.

LA EDUCACIÓN tampoco se ha salvado del continuismo en la corrupción, quién no recuerda el calderonismo-peñismo donde la hegemonía de la educación en la Ciudad de México la tuvo el titular de la AEFCM: Luis Ignacio Sánchez Gómez, quien, se dice, al iniciar el sexenio de Peña Nieto acudió al llamado de Emilio Chuayfett, el nuevo Secretario de Educación Pública, se deduce a entregar su renuncia, la AEFCM era un filón de oro de la corrupción y para la operación seguramente era necesario su continuidad había organizado toda una mafia que era importante para operar con los recursos en los temas electorales y sabía qué hacer; desde entonces desapareció la Dirección de Educación Física y promovió el retiro para los inspectores de esa especialidad, (marzo de 2014) pero el presupuesto de 357 plazas ( alrededor de 385 millones de pesos anuales en el ejercicio 2023) se siguen ejerciendo aunque solamente alrededor de 100 de estas plazas las cobra quien trabaja en esa función; las otras más de 250 plazas (alrededor de 270 millones de pesos anuales) se ignora quien las cobra pero, año con año desde 2014, el Ejecutivo las integra al presupuesto de la Federación y el legislativo las aprueba; todo conduce a la corrupción igual que en el pasado y ahora basta hablarle a este gobierno de “CASH” para aceptar todo lo que beneficie a su parentela, amigos o las campañas morenistas; todo lo que sucede en las plazas de inspector de Educación Física conduce a pensar que ese presupuesto se va a las campañas electorales o al bolsillo de la mafia que continúa en la Educación de la Ciudad de México (AEFCM).

Si se observa la composición de la estructura educativa de la Ciudad de México, hoy como titular Luis Humberto Fernández Fuentes (por cierto es el ejemplo del discurso demagógico presidencial  pues sigue con los altos sueldos, nada menos un sueldo de dos millones quinientos cincuenta y cuatro pesos en el ejercicio del 2023), tiene la misma que impuso Luis Ignacio Sánchez puede verse todavía: a María Luisa Gordillo, René Franco, Julio César Calvario y todos los subalternos que fueron elegidos a través de un sistema manipulado y amañado del Servicio Profesional de Carrera; en suma siguen los mismos, la misma corrupción y forma de operar, eso nada le importa a la actual autoridad educativa sino estando en la dinámica  del actual régimen lo que interesa son los dividendos.

UN SEXENIO INSACIABLE donde todo lo que representa presupuesto o “CASH” se promueve la desaparición del órganos independientes o los ahorros de los fideicomisos que los resguardan, aunque después no haya presupuesto para resolver los imponderables que se presentan, como es el caso del Fondo para Desastres Naturales (FONDEN), por lo que se agudizan los problemas para resolver el desastre ocasionado por el huracán Otis en Acapulco; pero si es una estructura dócil que sirva para controlar y esté dispuesta a obedecer se sostiene, es el caso del Tribunal Federal de Conciliación y Arbitraje (TFCA), un órgano dependiente del Ejecutivo que en una clara complicidad con el gobierno sirve para obedecerlo y retardar las resoluciones o ejecución de las mismas.

En nada se equivoca el libro de “El Gran Corruptor” de Elena Chávez o tal vez se queda corto o es un resumen de los miles de actos delictuosos o que presumen delitos abanderados o fomentados desde la cúpula del actual gobierno y que se reproducen con otros nombres pero con el mismo modus operandi en todas las Secretarías de Estado o estructura de gobierno con capacidad de producir “CASH”.

En lugar de pedir más pruebas, en un sistema de un estado de derecho donde prevaleciera la justicia y la búsqueda de la verdad, bastarían todas las testimoniales narradas en los hechos que describen en el libro para que se diera inicio a las investigaciones que procedieran de acuerdo a la materia, ya sea por la Fiscalía General de la República, la Secretaría de la Función Pública, Derechos Humanos o la que corresponda; pero en un gobierno que alberga la nueva mafia del poder, es ponerlos en alerta para inhibir o suprimir la posibilidad de que se llegue a la justicia.

Ante un gobierno insaciable para reunir “CASH” quedan nueve meses que serán los más largos de la historia que se mecera entre la represión y la tentación de cometer el más grande fraude en México para imponer a la candidata (Claudia Sheinbaum) que puede garantizarle la impunidad; baste recordar el triunfo de un técnico, Zedillo, que envió a la cárcel al hermano del expresidente, hoy puede ser un hijo, por lo que Obrador tendrá días de insomnio para no equivocarse y de ser posible pueda imponer un maximato.

*Educador físico, abogado, periodista, maestro y doctorando en derecho

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