“El mal llamado penacho de Moctezuma es en realidad una capa de plumas preciosas que portó algún sacerdote y no el emperador del imperio mexica”, explicó Gerardo del Olmo Linares.

Del Olmo, recuerda que el maestro Rafael Martín del Campo, gran investigador de la UNAM publicó en 1952 para la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística un trabajo sobre la identificación de aves que fueron usadas en el arte de la plumaria, titulado “Arte plumaria e industria del hilado de plumas entre los aztecas”.

“Ahí mismo -continuó- identifica a las aves con las que se confeccionó el polémico penacho de Moctezuma, finalizando el artículo con una descripción de la manera en que el sacerdote lo portaba quien, según él, era el representante de Quetzalcóatl”.

Y a partir de ese momento -añadió del Olmo- “propuso que el nombre correcto de lo que se conocía como penacho era quetzalquémitl, que significa capa de plumas preciosas”.

Elaborado con plumas de cuatro aves, el atavío, según Martín del Campo, sugiere también que dado el tamaño del indumento era “imposible” que alguien lo sostuviera erguido sobre la cabeza, y del Olmo Linares cita un párrafo de lo que escribió el investigador hace años:

“Este rico atavío (no penacho), al ser portado por el sacerdote de Quetzalcóatl, amplificaba artísticamente un quetzal, que se completaba con un casco de oro representando la cabeza del ave, pieza que hoy falta. Fue hecho con plumas de quetzal, charlador turquesa, de garza espátula y de vaquero, con aplicaciones de oro.”

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