Por Abel Miranda Ayala (texto y foto)
Corría el mes de junio de 2015 cuando acatando una determinación del papa Francisco, la Diócesis Chilpancingo-Chilapa recibió como nuevo responsable al obispo Salvador Rangel Mendoza, quien sustituyó en el cargo a Alejo Zavala Castro, clérigo que se jubiló al cumplir la edad de 75 años.

Salvador Rangel, un fraile franciscano que se paseó en un automóvil convertible por las calles de Chilpancingo para llegar hasta las instalaciones de la Feria de Navidad y Año Nuevo donde ofició su primera misa como Obispo de esta demarcación; desde ese momento y durante los seis años que duró en este cargo, se mostró como un religioso dispuesto a imprimir un nuevo dinamismo a la práctica católica.
Desde las homilías ha sido un permanente crítico de los gobiernos de todos los partidos y se convirtió en uno de los personajes de interés desde que reveló que sostenía diálogos con grupos delincuenciales como parte de una estrategia de pacificación del Estado de Guerrero, y llamó a autoridades de los tres niveles a sumarse en esa propuesta de diálogos, pero nunca fue escuchado por ninguna autoridad.

Rangel Mendoza nació en Tepalcatepec, perteneciente al estado de Michoacán. Estudió en el Seminario Menor de la Confraternidad de los Operarios del Reino de Cristo, y luego, en la Orden de los Frailes Menores Franciscanos de la Provincia de San Pedro y San Pablo, en Michoacán. Se ordenó sacerdote el 29 de junio de 1974, por manos del Excmo. Mons. Victorino Álvarez Tena, obispo de Celaya.
Fue colaborador en la Custodia de Tierra Santa en Palestina entre los años de 1993 a 1997, de esta etapa de su vida Salvador Rangel reiteradamente contaba anécdotas mientras estuvo como obispo en la Diócesis Chilpancingo-Chilapa.

Contaba como se sufre en un país que permanentemente se encuentra en conflictos armados y en el que tienen una mayoría que no profesa la religión católica y que mantiene casi aislados a quienes cuidan Tierra Santa.

Otros cargos de importancia que ha ocupado son Director Espiritual y luego Rector del Seminario Menor Franciscano en Celaya (1997-1998); Ecónomo y Administrador del Colegio Internacional Antonianum en Roma (1999-2005); fue Nombrado Obispo de Huejutla el 12 de marzo de 2009, por Su Santidad Benedicto XVI. Ordenado Obispo de la Diócesis de Huejutla, el 5 de junio de 2009.

El Papa sabía de sus diálogos con el narco
De las anécdotas que el Obispo ha revelado es que en uno de los viajes que hizo a Roma para entrevistarse con el Santo Padre como parte de la labor pastoral, reveló que acudió a otras oficinas de la Santa Sede y viajaba junto con un obispo de Guadalajara, entonces al entrar a una oficina, le preguntaron a su acompañante, ¿usted es el obispo que habla con el narco?, “él le respondió que no, y me señaló, mientras les decía es él”.

El Obispo indicó que con el propio Papa comentó la situación que se vive en Guerrero y la labor que estaba realizando al dialogar con los líderes delincuenciales.

Disputa con Florencia Salazar
Las posturas críticas en torno al gobierno de Héctor Astudillo Flores, generaron que mantuviera una marcada diferencia con el entonces secretario general de gobierno Florencio Salazar Adame, quien envió cartas al Episcopado Mexicano quejándose de él, también a la Secretaría de Gobernación Federal para acusarlo por los diálogos con delincuentes.

En ambos sitios no proliferaron las quejas y no hubo ningún llamado de atención para el Obispo, el político entonces decidió quitar importancia a la relación con el sector religioso y desapareció la Subsecretaría de Asuntos Religiosos para dejar solamente una oficina sin mayor peso, misma que hasta el momento se mantiene en el actual gobierno de Morena a pesar de que en su momento Salvador Rangel había acordado con la gobernadora Evelyn Salgado Pineda que se regresaría la subsecretaría.

Pacificó Chilapa
Los diálogos con los líderes de grupos delincuenciales permitieron que se pacificara Chilapa, un municipio que se veía proyectando como uno de los más violentos de Guerrero debido a la disputa territorial que se mantenía en ese lugar entre los grupos delincuenciales conocidos como Los Ardillos y Los Rojos, él logró que estos platicarán y se pusieran de acuerdo en sus demarcaciones territoriales y con ello disminuyó sustancialmente la violencia en la zona baja de Guerrero.

Al cumplir 75 años por derecho canónico tuvo que renunciar a la Diócesis y se quedó como Obispo Emérito y se fue a vivir a Morelos a pesar de ellos, con esta investidura sigue trabajando en la pacificación del estado de Guerrero y apenas en el mes de febrero se lograron dos pactos que cesaron la violencia en Chilpancingo entre Los Ardillos y Los Tlacos, el otro en la zona de la sierra entre Los Tlacos y los FM.

Su labor de dialogar también generó que muchas personas que habían sido secuestradas o levantadas fueran liberaras tras su intervención y por ello pudieron regresar a sus hogares.

En sus declaraciones él reveló que una zona que no pudo lograr pacificar fue la zona norte porque en municipios como Iguala y Taxco se tenían muchos grupos participando en la disputa de territorios.

Esta zona del estado, al igual que la Centro y Tierra Caliente, son sitios donde se tiene un dominio de los grupos de la delincuencia organizada en una pelea por las plazas que ha generado un sin número de muertos, entre ellos algunas autoridades, jefes policíacos o empresarios.

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