Para la clase política nacional, conquistar el voto de la montaña de Guerrero implicaba llevar no solo un respaldo seguro, sino además, una historia de lucha y de resistencia. Sin embargo, la montaña sigue siendo un reto.

Se le conoce como “la montaña roja”, aunque no tenga que ver el color de la tierra, o en nombre del incendio que derivó en ser conocida como tlachinollan, color rojo, sino porque la resistencia de los tres grupos indígenas que la componen: Náhuatl, Me’Phaa – Tlapaneco y Tu’Un Savi- Mixteco, también la tienen en la acendrada forma de mantener usos y costumbres, establecido como derecho consuetudinario, aunque algunos de estos se contrapongan con el derecho positivo.

Es memorable el recuerdo de la época contemporánea en que la escisión del PRI que derivó en la salida de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, caminaran a su lado representantes de grupos de pueblos originarios refrendándole su confianza. Otro que recibió esa confianza es, en la época más reciente, Andrés Manuel López Obrador, que hasta inició en 2006 su primera, de tres, campaña presidencial en Metlatónoc, en ese momento, el municipio más pobre del país.

Pero también esa montaña roja fue denominada así por el color de la bandera del comunismo que logró gobernar un primer municipio del país, Alcozauca, con el profesor Othón Salazar Ramírez, que representaba al Partido Comunista de México.

Y surrealistamente, otro factor hizo del rojo, la denominación de esta región, el cultivo de la amapola.

Sin embargo, el color rojo también lo es por el de la sangre, cuando las diferencias se dirimen con un acto de violencia y este, a su vez, se castiga o se venga con el mismo color haciendo eco de aquel de mano por mano, aquí es vida por vida.

La montaña, tan necesitada de ayuda para orientar el estado de cosas que la jalan para mantener su statu quo, no hace posible cambiar de momentos con facilidad, se requiere constancia, perseverancia, paciencia para hacer que las cosas o acciones que normaliza la costumbre, sea cambiada, como también se requiere que esos cambios tengan por parte de los gobiernos una acción coordinada entre ellos mismo, entre los tres poderes y con la sociedad.

Si solo se busca un cambio mediático pero el fondo se mantiene, el gatopardismo será la calificación de las acciones que no prevengan la violencia en esta región. Ojala las nuevas generaciones ayuden a sus ascendentes a buscar la paz, de lo contrario el valor de la vida afectará los otros valores. Surrealismo?

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