Esta podría ser una actividad muy beneficiosa ante las constantes adversidades que nos aquejan y que incomprensiblemente con van aconteciendo.
No tan sólo los problemas económicos pues estos se guisan aparte pues, a veces, no sabemos cómo llevar al fin de la semana o quincena dependiendo del caso, me refiero más en concreto a las adversidades que llegan como una cascada a cada rato: incomprensiones, comentarios adversos muchos de ellos muy personales, decisiones que hay que tomar ante la vida, incluso el mal que no queremos hacer y lo hacemos, etc., y la pregunta salta inmediatamente, ¿qué hacer? ¿a quién recurrir? Y de manera espontánea surge el tema del abandono a nuestra suerte.
Para los creyentes queda claro que la vitalidad más auténtica no puede darse sin fe, oración y sacrificio. Una trinidad que no carece de sus propias dificultades, sobre todo en los tiempos que corren de increencia.
Si hablamos por ejemplo de oración es muy recurrente que nos quedemos dormidos, pero hay que hacerle caso a Teresa del Niño Jesús cuando escribía que:
“Debería entristecerme por dormirme en la oración y durante la acción de gracias. Pues bien, no me entristezco… Pienso que los niños agradan tanto a sus padres mientras duermen como cuando están despiertos: pienso que los médicos, para hacer las operaciones, duermen a los enfermos. En una palabra, pienso que “el Señor conoce nuestra masa, se acuerda de que no somos más que polvo”. (Teresa de Jesús, Historia de un alma: autobiografía de santa Teresa de Lisieux (1898)
Muchos nos hemos cuestionado si quedarnos dormirnos en la oración es un defecto o un error, y he aquí que una Doctora de la Iglesia nos da una pista bastante humana por decir lo menos, llevándonos a la conclusión que el sueño sigue siendo una oración “válida”, porque la intención es buena, aunque la carne es débil.
Para enfrentar nuestras adversidades tenemos que volver a valorar el silencio algo que nos recomienda un gigante que enfrento muchas adversidades como fue George Pell, Cardenal de Australia que recientemente publicaron su Diario de Prisión ante acusaciones falsas las cuales lo llevaron a la cárcel injustamente y que posteriormente fue absuelto y demostrando su inocencia.
He aquí otro componente de nuestro mundo: la maldad, de la cual nadie se salva ni los hombres más honorables. Hoy hemos denominada crímenes de odio por diferentes y muy variados motivos y uno de entre muchos es por nuestras creencias. No hay un caso más contemporáneo como este del Cardenal Pell.
Estoy leyendo con mucho fruto su diario escrito desde la prisión donde estuvo aislado a pesar de ser inocente y llevar desde la celda su proceso de defensa. Descubro que sólo se puede salir delante de todas adversidades siendo un Titán de fe, porque de otra manera no me explico cómo pudo salir de ese infierno y su vida es un firme testimonio de cómo enfrentar la adversidad.
Comparto algunas ideas tomadas de su que nos pueden servir ahora en nuestra vida diaria, quisiera observar que no son cosas dichas con altura teológica, filosófica, menos psicológica, pues no es el caso, sino ver nuestra humanidad herida, tocada por la maldad, la cual, con un mínimo descuido podemos caer en la desesperación y mandar a volar todo.
SUFRIMIENTO
No me extraña que el día de hoy, siguiendo una larga tradición griega, seamos toda alérgicos al sufrimiento, puesto que éste no tiene ningún sentido lógico o racional:
“Uno de los dogmas que diferencia a los cristiano de los no creyentes es su actitud ante el sufrimiento. Los no creyentes tratan de esconderlo o de ponerle un final, y de ahí su entusiasmo por el aborto y la eutanasia. Nosotros, los cristianos, creemos que el sufrimiento, por la fe, puede ser redentor, y que la salvación nos llegó por los padecimientos y la muerte de Cristo, por lo que hasta lo peor que nos ocurra puede redimirse. Al mismo tiempo, no hay nadie que se esfuerce más que los cristianos por aliviar el dolor. Los judíos no esperaban que su mesías sufriese y fuese golpeado, y Job carecía de Cristo como modelo para su dolor”. (George PELL, Diario en prisión, PALABRA, Madrid 2020, pp.39-40).
Grandes ventajas tiene tener fe y conocer el testimonio de Cristo
Comparto sobremanera esta afirmación:
“No me gustan los escritores, ni siquiera los grandes escritores cristianos como san Juan de la Cruz, que enfatizan el papel esencial y necesario del sufrimiento para acercarnos a Dios. Nunca he sido muy aficionado a sus obras, que me provocan un cierto temor, aunque si terminé las Moradas (1588) de santa Teresa de Ávila, que defendía una robusta teología española similar”. (PELL, p.37)
Cuánta razón y claridad tienes sus palabras:
“Sabemos que Dios nunca es cruel con nosotros, pase lo que pase. No es como un superior que nos abandona o se niega a seguir apoyándonos en nuestros esfuerzos, ni nos da la espalda. Dios está siempre con nosotros, convirtiendo el sufrimiento en algo bueno al unirlo a los padecimientos y la muerte de Jesús. Dios siempre escucha, sobre todo cuando está en silencio. Nuestros males tienen un propósito”. (PELL, p.61)
Cavar en el silencio tiene sentido para aquietar la agitación del miedo, la incertidumbre que llega servida a nuestra vida con bandeja de plata y aunque no queramos comerla, a veces, no hay alternativa. El silencio trae paz ante la adversidad, tenemos que escuchar nuestro coraje que nos provoca que nada sale bien, o alguien se empeña que así sea, y sólo espera ver nuestra reacción y cantar victoria ante nuestros arranques de ira. El silencio es un poderoso aliado en nuestra vida y hay que cavarlo a profundidad
Por otra parte Pell subraya y con mucha razón: “Una religión demasiado fácil es una religión falsa”.
