30 de Agosto 2024. La desaparición forzada en el estado de Guerrero ha sido un mal endémico durante 60 años. Lo peor es que las autoridades municipales, estatales y federales han permitido que se siga reeditando, dejando una estela de desapariciones de personas y una cadena interminable de impunidad. No les importa el dolor de las familias, ni buscar a sus queridos.

Decenas de familias siguen buscando a sus hijos, padres, madres, hermanos y tíos desde la guerra sucia, sin que el Estado dé alguna respuesta sobre el paradero. Al contrario, las autoridades son las principales cómplices del ocultamiento de la verdad. El caso más reciente es la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, que a una década no los han encontrado.

En la Montaña de Guerrero la desaparición de personas está al día. El Centro de Derechos Humanos de la Montaña Tlachinollan acompaña a 35 familias que buscan a sus seres queridos por cerros y barrancas. En las búsquedas las familias que conforman el colectivo Luciérnaga han encontrado cuerpos y restos óseos, sin embargo, las autoridades han prolongado su identificación, provocando angustia y ahondando el dolor.

Como en el pasado, en el presente las autoridades no son quienes buscan a las y los desaparecidos. Las investigaciones las hacen a modo, ocultando siempre la verdad para que nunca se haga justicia. El ejército es el símbolo de la impunidad y de las mentiras. Con las desapariciones a lo largo de la historia en Guerrero se abrió una enorme herida que no se ha podido cerrar. Las desapariciones forzadas siguen siendo un tema pendiente a resolver por Estado mexicano.

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