
2004: Fox-López Obrador, ¿hasta cuándo las pugnas?
Previo a su primer intento de contender por la Presidencia de la República, desde su posición como jefe de Gobierno de la capital del país, Andrés Manuel López Obrador, enfrentaría con el primer mandatario Vicente Fox Quesada, la exigencia ciudadana de no más demagogia y respuestas concretas, efectivas y prontas para combatir a la delincuencia organizada.
En mi columna “Paredón”, publicada el miércoles 30 de junio de 2004, por el periódico EXCELSIOR, de la Ciudad de México, hice referencia a las cientos de miles que marcharon por todos los rumbos del territorio nacional para demandar a Fox Quesada y López Obrador, dejaran a un lado sus diferencias e intereses personales, que en los tres años y medio de sus administraciones únicamente habían beneficiado a las mafias.
Nuevamente la intención, a 17 años de distancia, es de que usted amable lector haga un comparativo del ayer y del presente de nuestra gran Nación:
“Con las marchas ciudadanas multitudinarias que a lo largo y ancho del país se realizaron el domingo pasado, quedó en claro que la sociedad nacional no necesita de políticos para organizarse y exigir a la indistinta clase ideológica en el poder lo que por derecho le corresponde: no más demagogia y respuestas concretas, efectivas y prontas para combatir a la delincuencia organizada que mantiene como rehén a más de 100 millones de mexicanos.
“A diferencia de los eventos similares promovidos por partidos políticos, en esta ocasión todo transcurrió en paz y con respeto de los manifestantes a comercios que permanecieron abiertos a su paso, en señal de confianza, así como el no deterioro a los edificios públicos y privados, con las tradicionales ‘pintas de protesta’.
“Mensaje dirigido, en el caso de la Ciudad de México, no únicamente al jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador, sino también al presidente de la República, en cuanto a que ambos de una vez por todas se reúnan a analizar las demandas sociales en materia de seguridad, haciendo a un lado sus diferencias e intereses personales, que hasta ahora únicamente han beneficiado a las mafias delictivas que siguen asaltando, robando, secuestrando y asesinando impunemente a seres humanos en total estado de indefensión, por la falta de coordinación entre las corporaciones policiacas federales y capitalinas.
“Planteamiento coincidente en toda la nación, donde el reclamo fue extendido a los gobernadores y alcaldes, que de igual forma se han mostrado apáticos, pero sobre todo incapaces para enfrentar con mayor severidad y energía a las bandas delictivas.
“Episodio cívico que mereció desde antes de su cristalización la desacreditación del gobernante del Distrito Federal, que en los últimos tiempos pareciera haber perdido el sentido común y mantenerse en un estado de soberbia que le lleva a menospreciar el menor intento de crítica a su administración.
“Un López Obrador que en medio de su cerrazón, no acepta que en el caso de la capital del país, la ciudadanía haya tenido capacidad suficiente para coincidir en la macro concentración superior a 500 mil personas que todo lo invadieron pacíficamente, para enarbolar la consigna del ‘¡Ya basta!’, con todas las interpretaciones que se le pueda dar, dada la coyuntura política-gubernamental-delictiva prevaleciente.
“Desaprobación y rechazo a quienes como él, en la década pasada, tomaron las calles para protestar por las injusticias. Aunque habría que precisar que en su momento estelar de insurgencia, Andrés Manuel no recurrió al método de la demanda pacífica, en su antiguo estilo tropicoso de liderar la movilización de masas, inmerso siempre en la violencia que caracterizó las tomas de instalaciones de pozos petroleros de Pemex o la plaza pública, en Tabasco.
“Eran los días en que había que atacar a la ‘tiranía priísta’, y por ello todo se valía en manos del perredismo recalcitrante y beligerante de entonces, que le llevó a marchar desde Villahermosa al Distrito Federal, para cumplir con sus objetivos políticos que le dieran trascendencia y posiciones dentro del Partido de la Revolución Democrática, que posteriormente le llevarían a su liderazgo nacional y finalmente a la posición que hoy ocupa y desde donde piensa brincar ‘a la grande’ en 2006.
“Se olvidó al ‘Peje’ que, en su momento, la tolerancia ‘dictatorial’ se dio a su favor, no obstante la presión y los actos fuera de la ley que identificaron a su movimiento tabasqueño de inconformes. Había que ‘pegarle’ a los gobiernos priístas y lo hicieron, como parte de una estrategia de mecanismos de presión que darían la posibilidad de ganar las posiciones de poder que ahora disfruta con sus más prominentes correligionarios.
“Tiempos en que los medios de comunicación concedieron sus espacios a la luminaria provinciana del sol azteca que venía del sureste, en la búsqueda de reflectores que a partir de aquella época nunca más lo abandonarían, hasta seguirlo actualmente en sus desmañanadas conferencias de prensa.
“Pero la habilidad demostrada por el hombre de Macuspana, en su relación con los medios de comunicación, ha entrado peligrosamente en los últimos días en una situación de agresión fuera de toda lógica, al tacharlos de ‘amarillistas’ por el simple hecho de difundir con amplitud e incluso sumarse a la indignación popular, por el desenfreno en los índices de criminalidad en la capital del país.
“Se olvida el más firme aspirante del PRD a la Presidencia de la República, que los medios de comunicación se deben a la sociedad y no a los políticos y gobernantes, que como él se enfadan en grado extremo, al ser objeto de señalamientos justos y transparentes por parte de la diversidad social.
“Andrés Manuel López Obrador, aún faltando todavía un buen trecho para afianzar sus aspiraciones individuales, se ubica en una condición de soberbia que le muestra ante el conglomerado capitalino, como un dictador semejante a los tricolores que combatió y venció desde su trinchera perredista.
“Hasta antes del 27 de junio todo le ha ido bien, sobre todo al ganar las simpatías del electorado, en su condición de víctima del gran poder presidencial de Vicente Fox Quesada, aprovechando el carácter impulsivo del primer mandatario, para hacerlo caer en su juego de dimes y diretes, hoy tan desgastado y repudiado por una sociedad cansada de estas ‘grillas’, totalmente fuera de contexto de la compleja realidad nacional.
“Carrera extraordinaria en las encuestas y en el ánimo de muchos, que indiscutiblemente ubica en las nubes más altas al tabasqueño y le hace perder el piso, hasta llevarlo a censurar absurdamente el creciente movimiento social que toma las calles para exigir el cumplimiento cabal de la encomienda oficial citadina, a favor de sus intereses y salvaguarda.
“Reiteración que se vuelve necedad, una vez concretada la inmensa acción ciudadana, acerca de la existencia de una ‘mano negra’ en su organización y convocatoria, que igualmente achaca a la ‘ultraderecha’, al PAN y al Gobierno Federal en su contra, olvidando que en una democracia todas las corrientes ideológicas y de intereses tienen cabida. ¿O es que acaso la ‘izquierda’ que Andrés Manuel representa tiene el monopolio de la verdad y realización de manifestaciones, marchas y mítines en México?
“Si bien es cierto que fue posible identificar entre los organizadores del acto a personajes relacionados con tales referencias, también lo es el hecho de que éstos nunca se imaginaron la magnitud del acto de protesta al responder todas las clases sociales a este llamado de unidad, para hacer frente común no sólo a la indolencia de López Obrador, sino del propio Vicente Fox y demás gobernantes de todos los colores de nuestra amplia geografía.
“Circunstancia afín, que permitió la suma de conciencias para el repudio gubernamental y anticrimen generalizado, que difícil y finalmente pudo haber sido objeto de manipulación y menos de acarreo, dada la espontaneidad masiva sin precedente en la participación. La idea, extraordinaria al cuajar en el lleno absoluto del gentío desde Reforma hasta el Zócalo y calles adyacentes, donde no se permitió ni el discurso y menos aún la presencia partidista.
“Todos y cada uno de los ahí presentes, con una historia de atropellos, de agresiones no únicamente de la delincuencia organizada, sino de miembros de las corporaciones policiacas del fuero común y federal. Queja a flor de labio en contra de la impunidad de las mafias y de los agentes del Ministerio Público que las protegen, malintegrando las averiguaciones previas respectivas, que pronto hacen estar en libertad a los hampones.
“Mal las cosas para López Obrador, que al igual que Vicente Fox en su fase de campaña proselitista se mostró como un candidato intolerante en su fatídico día del ‘Hoy, Hoy, Hoy…’, que tanta decepción causó en la ciudadanía, pero que gracias al buen manejo de la mercadotecnia se manipuló para enderezar el error y favorecer las encuestas hasta su triunfo el 6 de julio de 2000.
“La diferencia es que Andrés Manuel se ha montado en su ‘macho’ y no tuerce el rumbo, a pesar de que sus propios compañeros de partido, desde la Asamblea Legislativa capitalina y del mismo sol azteca, le exhorten a reconsiderar su conducta errática. Terquedad a flor de piel, con tintes de autoinmolación política, cuando dice: «Yo no voy a dejar de llamar las cosas por su nombre, no estoy acostumbrado al seguidismo, no estoy acostumbrado a agacharme, a sumarme si no estoy de acuerdo con algo. Entonces, puedo estar equivocado, pero sostengo mi punto de vista».
“Cifras que a nadie convencen, cuando afirma que en el último semestre se registró en la ciudad de México el índice delictivo más bajo en 10 años, al pasar de 650 a 470 por día. Y más escupidas al cielo cuando culpa a los medios de comunicación que han influido en esta situación de desconfianza e incredulidad ciudadana a su gestión.
“Y a río revuelto, el presidente de la República ha llevado en esta ocasión mucha agua
a su molino, aunque sin dejar de salir raspado por su corresponsabilidad en la actual problemática de la violencia e inseguridad, al mostrarse más receptivo del clamor social que ha rebasado los límites de sus hogares para ocupar las calles y plazas. Reconocimiento, aunque a destiempo, de que «en la lucha contra el crimen, los distintos gobiernos sólo han alcanzado soluciones parciales».
“A diferencia de la actitud despectiva de López Obrador, Fox Quesada mueve de inmediato sus hilos para responder en el discurso a los inconformes y por medio del procurador general de la República, Rafael Macedo de la Concha, anuncia que «el Gobierno Federal recogió y atenderá los reclamos de los ciudadanos que salieron a manifestarse» y de paso avienta la ‘pelotita’ al Poder Legislativo Federal, al comentar que en lo relativo a la exigencia de aplicación de pena de muerte a secuestradores, «el tema merece una reflexión del Congreso».
“En la medida en que tanto Fox Quesada como López Obrador continúen ese guión mal producido por sus ‘talentosos’ asesores y predomine la testarudez que les identifica, padecerán todavía más el rechazo de una sociedad que empieza a despertar para darse cuenta que la estructura del poder que gobernó al país por siete décadas, no solamente se mantiene sino que se fortalece en perjuicio de la democracia y de la esperanza todavía latente del cambio prometido, mientras el riesgo de los signos de violencia armada del México bronco, parecieran estar a la vuelta de la esquina ante tanta incongruencia gubernamental”.
Premio Nacional de Periodismo 1983 y 2013. Club de Periodistas de México.
Premio al Mérito Periodístico 2015 y 2017 del Senado de la República y Comunicadores por la Unidad A. C.