Jorge VALDEZ REYCEN
• Dedicatoria a EL SOL en su 61 Aniversario
• Crónica de la tragedia de Loret de Mola
• ¿Por qué hacemos periodismo? ¡Por esto!
El reporte del hallazgo del Mercedes Benz blindado conducido por Carlos Loret de Mola, exgobernador de Yucatán, y su acompañante Alma Rico, reportera de Televisa, en el fondo de un barranco de 150 metros de profundidad, en la carretera Ciudad Altamirano-Vallecitos de Zaragoza, movilizó a todos los cuerpos de seguridad en la entidad.
Por aire y tierra, la búsqueda fue frenética, dramática. La tragedia causó estupor y conmoción. Dos pilotos de helicóptero de la extinta PGR murieron en ese rescate.
EL SOL DE CHILPANCINGO tuvo la primicia en gráficas y una crónica de dos días intensos, agotadores.
Los cuerpos habían sido rescatados del barranco e inhumados por lugareños, en el camposanto de la comunidad de escasos habitantes. El servicio médico forense llegó con 36 horas de retraso y exhumó los cadáveres del panteón de Vallecitos, luego trasladó los restos a una Funeraría de Zihuatanejo bajo un hermético dispositivo. No había certeza de la identidad del político yucateco, aunque las evidencias decían lo contrario: su automóvil, pertenencias y maletas de viaje las habían recogido quienes dieron parte del accidente automovilístico.
El otro percance, el aéreo, se produjo a las pocas horas de conocerse el sitio exacto de la volcadura del Mercedes Benz negro que rodó por una pendiente entre árboles de encino y roble. Sobre la cinta asfáltica se desplomó el helicóptero Bell 212 y en menos de 2 horas el fuselaje fue retirado, junto con los cuerpos. En base a testimonios de decenas de curiosos, los pilotos descendieron demasiado y las aspas cortaron las puntas de dos árboles. El aparato se inclinó a su derecha y volvió a chocar con otros árboles, para inclinarse de frente y deslizarse en la cinta asfáltica. No hubo explosión. Ambos pilotos murieron al instante, uno de ellos tuvo expulsión de masa encefálica al estrellarse con el talud.
Con sogas atadas a la cintura, bajamos por la pendiente con dos socorristas. Fue un descenso de 100 metros donde había por todos lados algunas prendas. La placa del auto quedó muy lejos. Ya no pudimos bajar más. El vehículo estaba más de 50 metros al fondo.
Este episodio quizá sea el más impactante en mi profesión de reportero. El olor a muerte, no creo poder olvidar.
Las fotografías tomadas en dos rollos de 36 tomas cada uno, quedaron a disposición del periódico. También la crónica y las peripecias de este reportero para bajar 100 metros a un barranco, sólo con una soga atada, y desafiar el sentido común. ¿Qué mueve a un periodista a hacer eso?
EL SOL DE CHILPANCINGO cumple 61 años de haber visto la luz pública. Y este episodio forma parte de mi contribución a esas seis décadas informativas. Es, en apretadas líneas, a grandes rasgos, lo que aún llevo grabado en la memoria de esa tragedia.
Como otros colegas, aportamos al periodismo la información de primera mano, fehaciente, con testimonios y evidencias. Esa es la misión.
Hoy festejar esos 61 años, recordando esa anécdota vivencial, me sigue ubicando en este camino de vida. Felicito a esta empresa fundada con el ánimo de informar. Felicito a los lectores que confían en ese periodismo, como valor crucial de quien vive con pasión ese esfuerzo. Me felicito de compartir contigo estos momentos de vida.
Felicidades Pedro Julio, por tu denodado esfuerzo, mismo que he compartido en décadas.
Adelante, que el periódico se hace con papel y tinta; es palabra e idea.
Nos leemos… SIN MEDIAS TINTAS.

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