Espejismo es un concepto que estudia Alice a. Bailey en su libro Espejismo. Un problema mundial. No es un libro reciente es de 1950 por lo tanto se puede apreciar en esta obra las inmediatas consecuencias de la segunda guerra mundial recientemente terminada.
No es un libro de fácil lectura sino todo lo contrario porque se desenvuelve en un lenguaje poco conocido del oriente y del cual poco estamos familiarizados y eso impide una cierta familiaridad de conceptos. Pero me llama la atención que sin proponérselo intenta traducir las mismas preocupaciones o luchas que enfrentan todas las religiones y en concreto la cristiana. Aunque el lenguaje cambia las aspiraciones son las mismas.
Si queremos entender qué es el espejismo (el título original es, Glamour: a World Problem Málaga, 1950) la autora lo define como: la curiosidad tentativa de las denominadas “fuerzas negras” para engañar y embaucar a los aspirantes bien intencionados. Muchas excelentes personas se sientes halagadas cuando se enfrentan con algún aspecto del espejismo, creyendo que su disciplina ha sido tan buen que las fuerzas negras están suficientemente interesadas en obstaculizar el magnífico trabajo que realizan, sumergiéndolos en nubes de espejismo. Nada podría estar más lejos de la verdad. Esa misma idea es parte del espejismo de la época actual y hunde sus raíces en el orgullo y la satisfacción humanos”.
El término me atrajo desde el primer momento que leí la recomendación que hacía David R. Hawkins, en su libro, Dejar ir. El camino de la liberación, pues observé que describía de manera real este problema humano de confusión por el exceso de confianza en nosotros mismos, fruto de una muy bien estudiada estrategia del mundo del mercado en el que nos encontramos todos.
LAS CAUSAS
Entre las causas que originan el espejismo está: las inducidas por la humanidad misma, por un estado de confusión que torna difícil la clara elección y la correcta discriminación, o dicho en otras palabras, hemos olvidado la sencillez, y sólo nos dejamos llevar por los instintos, “encaran con toda sencillez y directamente las realidades de la existencia que los enfrentan, pues para ellos es de máxima o única importancia –como por ejemplo el hambre, el nacimiento y la muerte, la autoprotección y la perpetuación. Casi no hay ilusión en sus reacciones hacia la vida y el vivir, y su simplicidad, como la del niño, los salva y protege de muchos de los males más sutiles. Pero a medida que la humanidad ha evolucionado, los niveles superiores de la consciencia racial se hicieron más sutiles y el factor mente se hizo lentamente más activo, entonces el espejismo y la ilusión se desarrollaron con más rapidez”. (Bailey, p.122)
Resalta pues en este texto como, cuando nos dedicamos sólo a lo más básico del ser humano sin ningún vislumbre de sobrenaturalidad, ni espiritualidad, sólo queremos satisfacer lo básico: hambre, nacimiento, perpetuación.
El problema se torna más grave porque cuando el espejismo es de separatividad, que se entiende como la única forma de satisfacer esas necesidades más básicas es con la ira, el odio entonces la humanidad se torna agresiva, violenta y mortal: “El espejismo de la separatividad. Esta reacción separatista puede expresarse como odio, antipatía activa o crítica verbal –y quizás en algunos casos, como las tres-. (Bailey, p.161) Y eso es lo que estamos viendo cada día, es el pan nuestro cotidiano.
EL TRABAJO DE LA RELIGIÓN
Por lo tanto es trabajo de toda religión que el hombre descubra un plano superior, que sin descuidar sus necesidades básicas aspire a bienes más elevados y no se encarcele sólo en sí mismo olvidando un bien común de toda la humanidad.
No olvidemos los principios básicos:

  1. De nada sirve al hombre conquistar el mundo entero y perder su alma
  2. Cada ser humano es un Hijo de Dios.
  3. Existe un medio para liberarse, es el camino del amor y sacrificio. (Bailey, p.201)
    Debo reconocer que la autora sin ser cristiana reconozca el valor de las palabras de Cristo, que en nuestra fe es el verdadero Hijo de Dios nos lleve por este camino como una forma concreta para liberarnos del espejismo de lo inmediato.
    Me gustaría resaltar que Bailey hace una verdadera crítica al cristianismo cuando éste ha olvidado su verdadero propósito de la humildad y sencillez: “La Iglesia ortodoxa Griega estaba totalmente corrompida, sólo la sencilla fe de los ignorantes y de los pobres, ha conservado algo de la verdad en su forma simple y original. No poseen la capacidad de sostener discusiones teológicas altisonantes, pero creen que dios es amor (simplemente eso), que hay un camino que conduce a la paz y a la luz, y que la negación de sus propios deseos materiales, complace a Dios […] Sé que existen cristianos y eclesiásticos buenos e inteligentes dentro de los sistemas teológicos, sin embargo, no emplean su tiempo en discusiones teológicas sino en amar a sus semejantes, y lo hacen porque aman a Cristo y a todo lo que Él representa” (Bailey, p.203)
    Este diagnóstico aunque duro es real aunque parcial puesto que no se considera a la teología, -no es la finalidad del enfoque- en sus aspectos generales que también implica las discusiones teológicas puesto que “hay que dar razón de nuestra fe” (1 Pedro 3:15) y en ese sentido no se puede descartar el papel de la razón en orden a sólo reducir la fe a lo eminentemente práctico, incluida la caridad.
    Poner el énfasis en amar a Cristo es acertado puesto que muy fácilmente se olvida o se desplaza el foco en lo que la autora denomina discusiones teológicas y conviene hacerle caso a su visión: “No les interesa construir imponentes y suntuosas iglesias ni recaudar el dinero necesario para su sostenimiento, sino reunir a aquellos que forman la verdadera Iglesia en el plano espiritual interno y ayudarlos a caminar en la luz. Tampoco los tienta la ilusión del poder autoritario. Cuando la crisis mundial haya pasado, los eclesiásticos de todas partes no descansarán hasta poder descubrir cómo penetrar a través de la ilusión de la doctrina y el dogma que los envuelve y hallar el camino de regreso a Cristo y su sencillo mensaje, que contiene en sí el poder de salvar al mundo, si es reconocido y practicado”. (Bailey, p.203)
    La crisis mundial a la que se refiere es a la segunda guerra mundial y plantea que cuando ésta termine, dedicar todos los esfuerzos a volver al mensaje sencillo de Jesucristo que al fin y al cabo en el que nos salva, aunque dicho más concretamente, sabemos que lo que salva es el mismo Jesucristo, con su persona.

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