El consumo de drogas es un tema milenario, costumbre religiosa en las diferentes civilizaciones del mundo y hoy, causa de la desestabilización de los países, México entre muchos.

Nuestros aztecas consumían el hongo llamado Teonácatl, mejor conocido como El Peyote, lo apodaban, “Carne de los dioses”.
Nos relata Mario Martini, que Fray Toribio de Benavente, conocido por los indígenas como Motolinía (que en náhuatl es: “pobrecito o desdichado”), describió al inicio del siglo XVI, en sus Memoriales, el comportamiento de los indígenas mexicanos que los consumían:
“(…) tenían otra manera de embriaguez que los hacía más crueles, era con unos hongos o setas pequeñas, que en esta tierra los hay como en Castilla; más los de esta tierra son de tal calidad, que comidos crudos y por ser amargos, deben tras de ellos o comer con ellos un poco de miel de abejas…
Los conocedores, afirman que este producto, existe cuando menos desde hace dos mil años, cuando llegaron los españoles a México, se asombraban que los nativos bailaban toda la noche sin demostrar el mínimo de cansancio, hasta que despejaron sus dudas al conocer que consumían el famoso peyote únicamente para ese fin místico.
Es evidente que los misioneros lo consideraron como un hábito diabólico, por lo tanto contrario a la religión que imponían, debido a que después de una noche tan larga y bajo el influjo del peyote, se mostraban indiferentes a sus intentos de adoctrinamiento y por lo tanto lo prohibieron.
Los frailes, cambiaron el nombre al producto lo calificaron como “Carne Diabólica” y de esa manera el consumo continuó en la clandestinidad para evitar castigos, que resultaron tan inoperantes que hasta nuestros días, se practica.
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