TRAGADO POR LA BALLENA
Pbro. JORGE AMANDO VÁZQUEZ RODRÍGUEZ
No olvidemos el fabuloso relato de Jonás y hoy más que nunca por la actualidad por lo complejo de una sociedad cada vez más enferma.
Confío en la descripción que hace el religioso mercedario español Alejandro Fernández Barrajón sobre qué es lo que significa la metáfora de la ballena:
“Una vez en el mar, fue engullido por un gran pez. Es una bajada simbólica del profeta a la muerte, un viejo mito donde se narra la bajada del héroe a la cueva. Lejos de Dios nos sobreviene la muerte. El vientre del gran pez, ¿una ballena?, simboliza las fuentes primigenias. La ballena por fuera es símbolo de lo monstruoso y terrible, y por dentro de la paz y la serenidad. Allí pasó tres día y tres noches, símbolo de lo que será después la muerte de Cristo, nuestra propia muerte, tres días en el sepulcro. Tres días que corresponden, a su vez, a tres purificaciones”. (Alejandro Fernández BARRAJÓN, A donde la ballena te lleve. Abandonarse a la providencia, PAULINAS, Madrid 2025, p.15)
Todos conocemos a la ballena monstruosa y terrible por fuera: la violencia, la enfermedad terminal, ansiedad, depresiones, esquizofrenias, hambre, pobreza, etc., que nos traga e imposibilita.
El propio autor se describe a sí mismo como una persona de 65 años, incapacitado permanentemente y con algunas secuelas a causa de un tumor cerebral que ha padecido, problemas de habla y movilidad y para colmo es cuidado por su madre viuda que tiene 90 años (Barrajón, p.8).
Hablar en primera persona desde el dolor es lo que hace más valioso el libro que recomiendo a todos leer, pues es un testimonio inigualable, sobretodo porque muchos padecemos cosas terribles pero no en esos niveles tan trágicos.
Pero he aquí que, a pesar de su mermada salud, proyecta su propia felicidad puesto que se resiste a jubilarse, aunque su propia Congregación lo ha hecho en contra de su voluntad: “Nunca pensé que llegaría a ser un sacerdote tartamudo y torpe después de ser profesor de jóvenes, Superior Provincial de mis hermanos religiosos mercedarios de Castilla y presidente de CONFER, la institución que reúne a todos los religiosos y religiosas de vida Religiosa activa de España” (Barrarón, p.9)
Estos son los giros incomprensibles de la vida. Nos traga sin piedad y no importa la edad. En estos días asistí a un funeral de un niño de 12 años consumido por la leucemia que le detectaron sólo hace quince días. Yo lo veía todos los domingos en la Santa Misa de 8 de la mañana con su mamá que acaba de tener una niña que me preguntó qué nombre estaría bien ponerle. Cuando vi a esta madre de familia en la entrada de la Iglesia para recibir el ataúd de su pequeño hijo me dijo: ¿y ahora qué voy a hacer? Se le veía en el rostro todo el dolor del mundo, y pasó toda la Santa Misa de rodillas, postrada despidiendo a su hijo que ya no lo vería en su bicicleta por las calles disfrutando de manejarla, como yo también lo veía con frecuencia.
Todos podríamos describir cuando la ballena terrible nos traga sin piedad: “Tal vez vosotros habéis sentido también esa experiencia agobiante de estar en vientre del gran pez, de sentir que os falta el aire y todos los astros se han puesto de acuerdo para que sintáis el agobio y la falta de aire y de esperanza. No os inquietéis, que Dios aprieta, pero no ahoga y lo que más desea es mostrarnos las bellas playas de Nínive donde se abrirá paso a la esperanza”. (Barrajón, p.12)
Nuestro autor lo puede decir pero quien sabe si nuestra madurez lo pueda suscribir. Yo dudo mucho que alguien lo haga de manera tan firme.
DENTRO DE LA BALLENA: PURIFICACIÓN
¿Quién puede decir que las adversidades son purificaciones? Creo que todos lo vemos como castigos, “alguien que nos está haciendo un trabajo”, “no tenemos estrella”, “lo nuestro es el fracaso”, pasando por buscar culpables, incluido el gobierno y la Iglesia.
Pero lejos de esto hay que entender que a este mundo no se le han quitado todos los andamios que ayudaron a construirlo:
“En el vientre de la ballena Jonás oró y pidió perdón por su desobediencia. La purificación del yo, la purificación del mal y la purificación de la muerte para poder ser vomitados, como Jonás, en la playa de la resurrección de Nínive, donde Dios le había destinado. Bañarse en las playas de Nínive es como sumergirse en las aguas bautismales”. (Barrajón, p.15)
Estar dentro de la ballena tiene una finalidad concreta: purificarse del yo, pedir perdón.
Partamos del hecho que somos muy conformistas, nuestra vida no permite cambios, porque los consideramos dolorosos, desencajados, nos desarmonizan nuestros desastres a los que estamos tan acostumbrados. Nadie quiere pedir perdón, ¿perdón? ¿de qué? ¿a quién? ¿por qué? Para nosotros todo está bien. Hay muchas resistencias ya muy rancias. El ejemplo es Nínive que “se vistieron de sayal y ceniza y se pusieron cilicio, que era una tela rústica negra, hecha de piel de cabra que se usaba como señal de dolor o de penitencia”. (Barrajón, p.16)
No corre mucha tinta sobre el perdón, pues se cree que todo está bien, o tiene que estar bien aunque llenemos el armario de cadáveres o los enterremos en fosas clandestinas. Todo el discurso hoy es la superación, es nuestra engañosa narrativa que en palabra de Byul Chun Han, es el principio de la corrupción del lenguaje.
Todos tenemos que hacer algo para purificarnos es por eso que llega la ballena y nos traga, no lo pedimos pero esa es una realidad.
Barrajón nos dice que hay que confiar más en la Divina Providencia, ponernos en sus manos, la Providencia tiene que ser el pilar de nuestra vida. Por eso su libro se llama: Donde la ballena te lleve, pues el destino es, a veces donde no queremos ir, lo que no queremos hacer, por ser tan contradictorio a nuestros planes, hay demasiada terquedad de planes sin sentido. Y ahí están los resultados: la tristeza, la desesperación, el fracaso, suicidios multiplicados por miles.
No seas tan necio. (Me lo digo a mí)