as sesiones de masaje, mis estancias en el salón de saunas, la ocasional visita al estilista.

Son momentos que disfruto mucho. Se trata de ratos dedicados al bienestar, que de paso, regeneran el alma. Momentos repletos de mensajes agradables, que nutren los sentidos. El vapor, el agua caliente, el jabón perfumado, el aceite. Entonces, cierto los ojos y me dejo llevar por esa deliciosa sensación de Apapacho, que me transporta a tiempos muy lejanos, cuando era muy pequeña y mi papá, mi mamá o alguna tía, me tenían en brazos y me acariciaban la cabeza que que me tranquilizara o durmiera. Y me abandono, por unos deliciosos y placenteros minutos, a esta experiencia. Querido amigo, a ti, ¿Te sucede algo semejante? Como soy muy curiosa, por supuesto me puse a investigar: El ASMR, o respuesta sensorial mediana autónoma, es un fenómeno de etiqueta reciente, que abarca un abanico de sensaciones que afecta a una minoría de los seres humanos. (Uno de cada mil). El ASMR, también llamado “orgasmo cerebral” u hormigueo en la cabeza, es una sensación de placer, que no tiene semejanza con ninguna otra impresión de bienestar sensorial común. Quienes lo experimentan, lo describen como “Una sensación mucho más singular, potente y placentera que un cosquilleo o un escalofrío. Es como una descarga eléctrica placentera, que empieza en la coronilla, se extiende por la cabeza y el cuello, la espalda y los brazos. Siempre he sido propensa a disfrutar la vida a través de los sentidos, quizá por eso mi madre me llamaba “sibarita” Se llama sibarita a una persona de gustos refinados, e inclinada al lujo, deriva de la ciudad de los Sibaris, y más concretamente, de la antigua colonia griega de la que toma el nombre, Sibaris, famosa por la vida lujosa y regalada de sus habitantes. Era una palabra un poco exagerada por parte de mi madre, pues mis gustos no son tan refinados, ni me inclino demasiado al lujo, como la palabra lo describe. O tal vez sí, cuando “lujo” simplemente significa que no importa el costo de lo que haces, no tiene nada qué ver el precio, sino qué tanto sabes disfrutar de lo que tienes a tu alcance…
Con amor y sibaritismo,
Marissa Llergo.
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