Mientras el gobierno celebra cifras “estables”, el INEGI confirma que la desocupación alcanzó su punto más alto en más de un año, la informalidad crece, Pemex se hunde con discursos y los organismos internacionales piden menos aplausos y más coherencia fiscal.

Durante septiembre, el país vivió una paradoja digna de gabinete: la “transformación del empleo” alcanzó su mejor momento… en las cifras de desocupación. La tasa de desempleo llegó a 3.04% de la Población Económicamente Activa, el nivel más alto en los últimos trece meses, de acuerdo con el INEGI. Es decir, 1.85 millones de personas buscan trabajo sin encontrarlo, un detalle que suele pasarse por alto en las conferencias matutinas.

Aunque con cifras desestacionalizadas el desempleo “se mantuvo sin cambios” en 2.7%, la realidad laboral muestra un cuadro más áspero: la informalidad subió a 54.9%, un repunte silencioso que contradice los discursos de estabilidad. A pesar de ello, los informes oficiales presumen que la población ocupada creció a 60.1 millones, aunque buena parte de esos empleos provienen del mismo territorio que produce tortillas sin factura y sueldos sin recibo.

La subocupación, ese elegante término para quienes trabajan más y ganan menos, bajó a 7.3% respecto al año pasado, pero la subutilización laboral repuntó a 17.3%, su nivel más alto desde noviembre pasado. En palabras simples: hay más gente que trabaja sin llegar a fin de mes, y menos que confía en jubilarse algún día.

Y es que, según México Cómo Vamos, solo el 42.2% de la población cuenta con una Afore, y de ellos apenas 7.9% realiza aportaciones voluntarias. La brecha de género también marca el paso: 51% de los hombres tiene cuenta de ahorro para el retiro, frente a un 34% de las mujeres. En un país donde más de la mitad trabaja en la informalidad, el retiro digno se ha vuelto un lujo comparable al ahorro mismo.

En paralelo, la economía real también muestra sus grietas. En septiembre, la balanza comercial registró un déficit de 2,400 millones de dólares, con importaciones creciendo más que las exportaciones. La construcción cayó 2.9% mensual y las manufacturas se contrajeron 1.6% en el trimestre, según estimaciones del Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE). Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional recomendó a México “pausar los recortes de tasas” y fortalecer los ingresos fiscales “sin recortar gasto”. Una forma diplomática de decir que el optimismo económico debe medirse con calculadora, no con aplausos.

Pero la ironía del mes la protagonizó Petróleos Mexicanos. El director Víctor Rodríguez Padilla acudió al Congreso a presumir que la petrolera “ya paga a sus proveedores” y que “la deuda se redujo a la mitad”. Los números oficiales, sin embargo, narran otra historia: Pemex perdió 61 mil 250 millones de pesos en el tercer trimestre y sus pasivos con contratistas aumentaron 40%, hasta los 28 mil 130 millones de dólares, el nivel más alto desde 2020.

Detrás de los discursos de “reestructura” se esconden pagos diferidos, convenios maquillados y un fondo financiero de 250 mil millones de pesos respaldado por la banca de desarrollo, diseñado para que la crisis no se llame quiebra. En nueve meses, Pemex apenas pagó 299 mil millones, la cifra más baja para un periodo similar en cinco años.

El SAT incluso embargó un equipo de perforación de una empresa vinculada a Carlos Slim, lo que parece más un acto de fe fiscal que una política estructurada. La operación, inédita, mostró que el nuevo enfoque de recaudación podría tocar a los poderosos… o al menos asustarlos en público.

Mientras tanto, México Evalúa advierte que la política nacional ha dejado de ser espacio de debate para convertirse en un escenario de “afirmaciones unilaterales”. La reconciliación democrática —dice el organismo— requiere diálogo, evidencia y una política fiscal que no sea solo contabilidad, sino justicia social.

En resumen: el gobierno celebra la “estabilidad laboral” mientras sube el desempleo; presume disciplina financiera con Pemex en números rojos; y aplaude la recuperación mientras los organismos internacionales le piden frenar la euforia. Todo un acto de equilibrio contable… o de magia política.

@JErnestoMadrid

jeemadrid@gmail.com

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