En lo cotidiano de la vida me pregunto ¿Qué se necesita para frenar el abuso de poder?
¿Por qué comer mierda, sin hacer gestos, para estar?
¡Eso es mediocre!
¿Cómo sobreponer la justicia a la mezquindad?
¿Por qué cómplice o mudo espectador de ¡Tiranos!?

¿Por qué silencio a tropelías en aras de beneficio personal?
Terminan algunas legislaturas, cargos en los municipios, en los gobiernos estatales, en las alcaldías, en la ¡Función pública!

Los audaces, aún tiranos, aún monstruos, aún con delitos, se ¡Reeligen!
Simples ¡Canallas!, también mujeres, que traicionan la investidura de un cargo, la confianza del voto ciudadano.

Criaturas reales que se enquistan en el poder, no para atención y defensa ciudadana, para ¡Lucrar!
Engendros que cometen ¡Excesos!, que perpetúan ¡Infamias!

De beneficio personal, que mercantiliza el poder.

En todos los rincones del servicio público, está esa podredumbre, que alcanza a los órganos de justicia, de vigilancia, de sanción y hasta de protección de derechos humanos.

Instancias contaminadas de ilegalidad, porque dependen del aval de otros para llegar.
Ambos de la mano.
¡Tiranía! En un poder Ejecutivo, legislativo y judicial.

Fantasmas con la guadaña que asesta desde las arcas del poder.

En el Congreso local, también repiten muchos rostros que en lo público, legislan, y en lo privado, ¡atropellan y violan!

Cierran la primera legislatura en la Ciudad de México, con abusos laborales, desvíos “ocultos” y víctimas impunes.

Ni ley ni órgano legal que los castigue.
Actos cotidianos que no terminan con ellos, también se ¡Reeligen!
Que van con sus cómplices, aún ¡Adversarios!

Permanencia, otra vez, de los abusadores y sus protectores para operar en la segunda legislatura y acechar nuevas víctimas.

Replicarán por un trienio lo que quedó en la impunidad.

Abusos sin castigo, y todavía con ¡Fuero!
Sin ley ni acción que detenga.
Abusos hasta contra el fuerte, el adversario.
El que represente peligro, y sobre todo, de nuevo sobre el débil.

Opresión que se extiende bajo la protección de la ley que permitió ¡Reelegirse!
Con intentonas falsas y mustias de revocación de mandato.

Figura, que también terminará como la ley, manipulada y vil simulación para ¡Revancha!
Mero ataque al incómodo.

A los reos, los condenan, les cancelan derechos constitucionales.
A los tiranos, esos con pantalón de servicio público y hasta vestido legislativo, se le perpetúa y ¡Protege sus excesos!

Se les da el traje inmaculado de fuero, con la suciedad oculta de sus delitos y su ¡Impunidad!
Los rostros serán públicos y conocidos en esa segunda legislatura de la capital.
Subirán a tribuna, mostrarán la piel que legisla y la epidermis desleal en la penumbra.

Serán hombres y mujeres que repiten para mantener sólo ¡Beneficios!
Tropelías, incluso económicas, maquilladas en la primera, y reelegidas en la segunda.
Despilfarros que se repiten, no sólo de actos, también de dineros públicos.

Esos que quisieron ocultar en la primera, sin destruir las pruebas en ¡Documentos!
Bonos de final de legislatura ¡Millonarios! Que serán evidencia de quienes los reciben.
Los que se van y también los que se reeligen.
Mientras a subalternos y trabajadores, ¡limosnas! A unos, ¡Nada! Por acuerdos.

Abusos de esos, que ayer se dijeron de mayoría, y hoy, iguales, que disfrutan y volverán a acaparar cargos y espacios.

A ¡Imponer! aviadores por acuerdos y negociación, sobre los que ¡Sí trabajan!
Repiten los del hambre sobre el nuevo recurso público.

Los que dilapidan en privado el presupuesto de un Congreso y en lo público, lo simulan.
Abusos contra la ¡Austeridad! Y el “pueblo bueno”, que ¡Reeligen!
Daños solapados, porque que a los que luchan, los hacen claudicar y sin remedio, permitir la injusticia.

Se reeligen abusadores y cómplices, también los testigos de la tiranía y del robo presupuestal.
Reelección, que en varios casos, sólo será mantener la podredumbre del poder, y la impunidad y los desvíos.

Actos que evidencian el alma real del reelecto, con atuendo y máscara pública de legislativo o funcionario.

¡Tirano y tirana! que en la penumbra y obscuridad de lo privado, muestra sólo su vileza.

Ahora, entiendo y me respondo, ¡ya sé por qué no se frena la injusticia!
No es por la ruindad del abusador, sino por el silencio del ¡Espectador!
Del que conoce las bajezas y camina a su lado, inclina la cabeza, calla y ¡Solapa!

Es mudo a ¡Conveniencia!
Camina ante la mirada pública y ajena, con garbo que cree ¡Pulcro!
Con andar ¡Ficticio!, porque la luz real, revela que va de rodillas en aras de proteger su interés.
Cierra los ojos a la infamia y villanía, esas que un día, también a él o a ella, la piedra reelecta, los hará tropezar y su víctima.

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