Comerciante de la seguridad privada Joaquín “Jacko” Badillo Escamilla tuvo que pasar por tres partidos políticos, en tres distintas jornadas electorales PVEM, PRD y por último ya en caso desesperado MORENA, para lograr vía “jugosa aportación”, sin militancia alguna su soñada, mejor dicho su obsecion, una curul en el Congreso Local, y que ya sentado como niño ansiaba tener todas las posiciones del juego en el recreo. Fue muy criticado por sus pares por participar en las mesas de trabajo de todas las comisiones legislativas, de todas, hasta que le llamaron la atención. Su protagonismo se habia vuelto evidente y estorboso, y no entiende que No entiende.

Su hiper actividad es notoria y busca volverse más popular que el chilate y los Jueves pozoleros y no se da cuenta que la popularidad sólo funciona en las telenovelas y no en la política donde se vuelve un penoso espectáculo, como la mañanera, que deja de ser agenda para convertirse en cansancio, en aburrimiento.

Ahora resulta que se ha convertido en un pregonero del gobierno de Evelyn Cesia Salgado Pineda, como si ella necesitara
de ello, su tarea diaria No necesita de panegeristas como él, su gabinete trabaja en tono y tiempo como Guerrero lo requiere y lo exige y en todo caso la gobernadora tiene su propio y profesional equipo de comunicación social, que mantiene ante el consenso social una firme imagen de su quehacer tanto en la gobernanza como la gobernabilidad.

Jacko Badillo debe voltear a ver la calidad y el valor de su función y responsabilidad como legislador, que como comerciante de la seguridad y presidente de la Comisión de Seguridad del Cingreso, deja mucho que desear. 

La seguridad es sin lugar a dudas el Talón de Aquiles que padece Guerrero, a la cual se han dedicado y dedica desde la Mesa para la Coordinación de La Paz, todos los esfuerzos políticos, humanos y técnicos para mantener el equilibrio social tan necesario y anhelado y que por ningún lado se ve el apoyo legislativo de la Comisión de Seguridad del Congreso Local, fuera de denuncias y posturas decimonónicas del quedar bien agachando la cerviz.

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