Cuando pasé por allí, y leí el letrero, debo reconocer que no solamente capturó mi atención, sino que además me tuvo pensando por largo rato.

Mi mascota, un perrito adorable que vivió conmigo por casi diecisiete años, pasó el último de ellos prácticamente ciego y sordo.

Aunque en realidad fue un deterioro paulatino, llegó un día en que me lo encontré asustado, desorientado, perdido en una esquina de la casa y sin saber hacia dónde ir.

Yo también me asusté, pensé que era el fin. Inmediatamente, lo lleve al veterinario, para que el me indicara que hacer. Fue entonces cuando supe acerca de los beneficios del cbd en mascotas.

Con el tratamiento, se reencontró a sí mismo, tomó conciencia de que su sentido del olfato seguía intacto. Olfateó toda la casa, hasta reconocer de nuevo cada espacio y retomó su vida, incluso mejor que antes, pues desaparecieron sus dolores artríticos y sus problemas estomacales.

Y vivió un año maravilloso. Nosotros también.

En enero del año pasado, mientras estábamos de viaje, el mismo veterinario nos llamó desde la guardería animal, para informarnos, mucho tacto y sensibilidad, que Austin estaba muerto.

A tantos kilómetros de distancia, con lágrimas en los ojos, le pedimos que lo incinerara, y lloramos su despedida.

Nuestra anterior mascota, aunque estaba muy saludable, no tuvo la oportunidad de vivir tanto tiempo. Un perro más grande lo atacó y ese mismo día murió a consecuencia de las heridas

También me lo incineraron, desde la veterinaria. No estábamos allí, pues jamás me imaginé que fuera a morir.

Cuando recibí sus cenizas, decidimos hacerle una pequeña y familiar ceremonia de despedida. Que terminó siendo más grande de lo pensado, pues a los vecinos les encantaba nuestro Spencer, y nos acompañaron, tomando ellos también un puliros de las cenizas y soltándolas en nuestro jardín, dedicándole cariñosas palabras.

Esta despedida, significó para nosotros un grande consuelo, pues además del cariño natural que se siente por una mascota, la forma en que murió nos tenía adolorido el corazón.

Entonces, tantos años después, llega la despedida de otro amigo perruno. Y una vez más, no estábamos allí.

A pesar de que los meses han pasado, todavía no hemos llevado a cabo la ceremonia para despedirlo. No estábamos preparados, nos sentíamos mal por no haber estado allí para cerrar sus ojitos.

Y luego sucedieron muchas cosas de índole familiar, así que los días y meses han ido transcurriendo

Ya todo está listo para despedirlo adecuadamente y espero que podamos hacerlo pronto. Que podamos reunirnos, con nuestros hijos, para decirle adiós a nuestro buen amigo.

Son seres tan bellos, leales, íntegros y alegres, que merecen su tiempo y reconocimiento. Su despedida. Nuestro agradecimiento por su presencia en nuestras vidas.

Y un espacio en mi columna semanal. Con mucho amor, Marissa LLergo.

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