DOMINGO XXVII C 2022

Líneas 1: La fe 

“La fe abre los ojos del alma y concede a todos facilidad para aceptar y creer la verdad” –San Agustín-.

“Si creemos en el testimonio de un hombre en lo que nos dice de otro, ¿por qué no creer a los oráculos de un Dios, cuando habla de Sí mismo. Además, de la fe surge la esperanza y la caridad” –San Ambrosio-.

“El ocaso de Dios es el amanecer de los brujos” –Juan Arias-. Hay quienes creen más en supersticiones, en los chakras, que en Dios. 

Por ejemplo hay un documento de la santa sede acerca del uso del yoga por parte de los cristianos. En el yoga no hay un Dios personal. Conviene leer lo que dice la Santa Sede, la Congregación para la Doctrina de la Fe: la carta a los obispos de la iglesia católica sobre algunos aspectos de la meditación cristiana (15 de octubre de 1989).

La fe se requiere para que haya milagros. Al menos se requiere mucha fe y esfuerzo para “decirle a un árbol que se arranque y se plante en el mar”, es decir, erradicar nuestros vicios. 

Leer la encíclica Lumen Fidei. La fe es la luz que ilumina la vida del cristiano. La fe, como virtud teologal que es, solo la recibimos, y nos corresponde fomentarla. Para tener más fe, hay que pedirla a Dios. 

La fe es rectora para una mejor vida humana. 

El problema del hombre contemporáneo es que no se sabe poner de rodillas. 

La fe es esencial para todo lo que nosotros realizamos. 

En las virtudes teologales nunca se peca por exceso sino por defecto. Por eso podemos irnos apagando en la fe y por lo mismo en el servicio. Por ejemplo, ¿cuánto tiempo pasamos ante el sagrario, cuánto rezamos el Rosario…? Tenemos que hacerlo porque somos hombres de fe. 

Siendo fuertes en la fe sabemos que Dios nos respalda y cuando hacemos el mal también tenemos que reconocer que Dios nos va a juzgar.

“El justo vive por la fe”. La fe es lo que nos permite permanecer junto a  Dios internamente. El justo vive por Dios, conectado internamente y permanentemente. Las manifestaciones de Dios son más internas que externas. Las personas generalmente buscan signos externos. 

El justo vive de la fe porque no vive de lo que hace. Primero vive de Dios, de ahí recibe todo para poder ser y hacer. 

Las obras que hacemos tendrían que ser fruto de lo que creemos. 

Una fe sincera, no fingida. 

La fe que busca entender, no entender para creer sino creer para entender. 

La fe es luz y no ha de esconderse. 

La mayor parte de obras buenas está sustentada en Dios, ej., la gente nos quiere no porque seamos buenos sino porque somos hombres de Dios. 

¿Qué estoy viviendo yo interiormente? A veces decimos cosas que otros dijeron, pensaron, pero ¿qué vivo yo de Dios interiormente para poder expresarlo?

Lo que hemos hecho es poco en comparación a lo que hace Dios. La fe nos toca a nosotros, las acciones más grandes las hace Dios, por ejemplo, nosotros hemos puesto el tiempo y Dios pone la perseverancia en nuestro ministerio sacerdotal.

Línea 2: Renovar la gracia de los sacramentos que hemos recibido

“Revive la gracia que hay en ti”: Con el tiempo nos vamos apagando o encendiendo, a pesar de que somos el motor, el empuje, las ganas que ponemos a las cosas de Dios. No hay cosa más fea que ver a un sacerdote apagado, que la gente lo tiene casi que andar arrastrando… Si uno ya no se emociona con Dios, ha de recordar: “renueva la gracia, el fuego que recibiste de Dios”. Decaídos, enfermos, agotados… sería ser siervos peor que inútiles. 

Somos instrumentos transmisores del don de Dios, de la gracia que recibimos para que sea compartida.

“Reza como si todo dependiera de Dios; trabaja como si todo dependiera de tí”, refrán atribuido a San Ignacio, que resume la espiritualidad. 

Cuando uno no cree que existe Satanás, ni que existe el infierno, es problema de doctrina que luego se muestra en la moral que vivimos. Negar un dogma de fe hace que la persona automáticamente sea hereje. 

Hay asuntos de fe que están abiertos, por eso los teólogos tienen trabajo. 

Hay que creer más en la doctrina que el Magisterio de la Iglesia que en las revelaciones privadas. 

El sensus fidei es clave; también hay que tomarlo en cuenta. 

DIRECTORIO HOMILÉTICO:

CEC 153-165, 2087-2089: la fe. 

CEC 84: el depósito de la fe confiado a la Iglesia. 

CEC 91-93: el sentido sobrenatural de la fe.

Línea 3: El servicio

Disposición a servir sin esperar mayor paga que la de Dios. 

Ayuda a ser humildes, para reconocer que somos siervos inútiles. Cuando hay soberbia, le hacemos daño a la comunidad; nos mostrarnos como amos déspotas y desconsiderados. No somos dueños del reino sino siervos. 

 “Reavivar” (anasis en griego) indica que la fe no se pierde del todo; así, la gracia habitual tampoco se pierde sino la actual. Hay que “echarle gasolina” para encenderse en el amor de Dios. Lo que está a punto de apagarse debe estar nuevamente activo.

“Quiten a un sacerdote de un pueblo y se convertirán en bestias” –Cura de Ars-.

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