TRAS BAMBALINAS. La última Madre de todas las Marchas.  

Por Jorge Octavio Ochoa. Él lo necesitaba, porque en estos cuatro años de gobierno, había perdido el contacto con el pueblo y el control entre los suyos. Más que una marcha, fue una asonada de advertencia para los opositores.  

Cada pancarta, cada manta, cada rostro de sus portadores fue un mensaje admonitorio en eso que él llamó, paradójicamente, “El Humanismo Mexicano”. Fue una oleada que llenó de temor a muchos.  

Fue la expresión de una sola voluntad que costó más de mil millones de pesos al erario. Que revive una vieja guerra de clases y que crea una lucha de castas que creíamos superada desde la época de la independencia.  

Esta última concentración se convirtió en clarín de guerra para lo que queda del sexenio. No hay llamados a la reconciliación ni a la unidad. Es una concepción cosmogónica de adhesión definitiva a la causa de los pobres, de los marginados.  

Austeridad definitiva para todos, sin clasismos, ni racismos, ni sectarismos. Frases que en el discurso de campaña suenan bien, pero que en los hechos no cambian el estado de profunda corrupción y violencia que vive el país.  

Hoy, para muchos, queda la sensación de que pronto se crearán, como pústulas, los Comités Vecinales, que estarán pendientes de todo cuanto haga el prójimo, para ir a denunciar actos y actividades que la 4T considere ilegales o pecaminosos.  

El partido de Estado se aposentó. El color guinda campeó. Los presuntos “aliados” no sirvieron ni de comparsa. PT y PVEM seguirán siendo ese papel desechable que se usa y se tira.  

Los contingentes fueron movidos por los gobernadores morenistas y por algunos grupos pseudo sindicales que ya gozan de pensiones vitalicias, como el SME, que ya cobra anualmente mil millones de pensión para trabajadores sin ser jubilados.  

La solidaridad será obligatoria, por eso desde el sábado pululó una entrevista de Adán Augusto López, en la que desde hace tiempo se pronuncia por la disminución de los días de aguinaldo, porque simplemente “no alcanza”.  

Ese es el México que se prefigura luego de esta gran marcha, porque casi 10 millones de adultos mayores, que no tenían ingreso alguno, recibirán una pensión de 1,500 mensuales que tendrán que salir “a ver de dónde”.  

Habrá aumento al salario mínimo, aunque no haya más trabajo, mucho menos bien remunerado. Se hará crecer, a como de lugar, proyectos fracasados como el AIFA, Tren Maya y Dos Bocas, que no verán dividendos antes de que se vaya AMLO.  

AHORA VIENE LA RADICALIZACIÓN.  

Ahora vendrá el gran ajuste de cuentas y la radicalización. En los próximos días serán llevados a la hoguera aquellos que se opusieron a la reforma política y que se atrevieron a criticar la militarización.  

Premiará a los que convirtieron en moneda de uso común el espionaje, la filtración e intervención de las comunicaciones privadas, como Layda Sansores, para perseguir a los “deslealesal régimen”.  

La descalificación incentivará la polarización. Se dará vuelo a la división social con críticas al “aspiracionismo”, a los que ocupan posiciones económicas más ventajosas. La cultura regresará a la guerra de castas y de colores de piel.  

Después de esto vendrá la agresión. No hay un mensaje de paz y hermandad tras la gran marcha. Fue un grito para reducir al adversario, así sea de tu familia. Los que no acudieron a la marcha serán estigmatizados.  

El diálogo está roto y es posible que esta semana se profundicen las disputas y la fractura dentro del partido en el poder, así como los jaloneos de cara a la sucesión.  

En el cenit de la madre de todas las marchas, el golpeteo entre las proclamadas corcholatas se dejó sentir. Adán Augusto López resultó el más dañado, pero Marcelo fue agredido.  

No hubo, contra lo que se esperaba, una alusión directa y obsesiva contra el INE, porque la pretendida reforma electoral nacerá muerta. Pero soplan vientos de venganza.    

A López Obrador le queda la satisfacción del sudor derramado. el andar por las calles nuevamente, codo a codo, como dice la canción; pero ya sin el tiempo, ni las fuerzas, ni la razón.  

La realidad no acepta medias tintas. Su gobierno está a medio aire, su movimiento se desfonda. La honestidad no es ya distintiva de la 4T. Hubo un abusivo acarreo; amenazas, chantaje para multiplicar la participación.  

Resulta inmoral que el actual secretario de Gobernación haya columbrado alguna vez reducir el número de días de aguinaldo de los trabajadores. “Tenemos el derecho como gobierno y lo vamos a hacer si no, no alcanza”.  

O que el presidente de México diga que le hicieron llegar 956 millones de pesos para la campaña (2021). ¿Quién o quienes le aportan esas cantidades? ¿Por qué sus hermanos Pío y Jesús Martín son exonerados pese a recibir sobres de millones?  

“Vamos a tener mayoría en el Congreso para imponernos por la fuerza; convencer, persuadir. Entonces, no creas que me preocupa mucho la saturación de hospitales, los muertos…” Se escucha decir a López Obrador en un audio filtrado.  

Ese es el tamaño de la soberbia con que gobiernan. La verdadera indiferencia con que abordan el dolor profundo de los mexicanos. De los que buscan a sus hijos desaparecidos, de las mujeres que sufren el acoso y las violaciones.  

En Guerrero, se empeñó en colocar en el poder a la familia de un sujeto acusado de violación. Él, desoyó las protestas. Lo mismo ocurre con su candidata al gobierno del Estado de México, Delfina Gómez, que desvió tres años el salario de sus trabajadores.  

No es posible creer en un nuevo régimen cuando amigos y primos de su hijo Andrés Manuel ocupan cargos importantes en el gobierno para controlar licitaciones, en un sexenio donde el 80% de los contratos se han otorgado de manera directa.  

Es materialmente imposible ocultar todas estas desviaciones, como imposible ocultar las caravanas descomunales de camiones que llenaron las calles para la marcha. Las mantas y pancartas con consignas preestablecidas, al viejo estilo PRI.  

Estas conmigo o estas contra mí, no hay espacio para las medias tintas”. Esa es la consigna ahora, porque la marcha del 13 de noviembre fue una movilización que realmente le preocupó, que agitó su conciencia.  

Cientos de miles, millones, no están ya satisfechos con los resultados de su gobierno. Ese fue el verdadero motivo de su descomunal movilización.  

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