AJesús Reyes Heroles lo sustituyó Enrique Olivares Santana, al segundo Jorge Castañeda y al tercero Miguel de la Madrid Hurtado.
El nuevo secretario de Gobernación, el ortodoxo, el institucional, llegó a Bucareli con todo el apoyo presidencial, dispuesto a coadyuvar con su vasta experiencia en el difícil manejo de la secretaría en la cual descansaba la política interna del país.
Se requería que toda su experiencia estuviera dedicada en cuerpo y alma al servicio de la nación y del primer mandatario que iniciaba la segunda parte de su sexenio.
El primer asunto con el que se encontró el hidrocálido fue el caso Díaz Redondo.
El hombre maduro, razonable e institucional, político de la vieja guardia, responsablemente midió las consecuencias acordes con aquella época.
Habló con el Presidente y le advirtió el grave riesgo y consecuencias que podrían acarrearle a la imagen del país encarcelar al director general de Excélsior, el medio informativo más importante de la República.
El caso sin duda tendría inevitablemente resonancia mundial, se les echaría encima la crítica internacional, se calificaría al régimen de represor y el daño sería incalculable, y de esa forma, José López Portillo, que también sabía escuchar, declinó de su intento y así se salvó Díaz Redondo de un penoso futuro.
Del libro inédito “La Década más larga” de Emilio Trinidad y Arturo Ríos.