“Camila” y su cruel destino representa el saldo brutal y ominoso de una sociedad en alto grado de descomposición, cuya atención hasta hoy ha sido supeditada por los tres niveles de gobierno, y en particular el de Guerrero quién estimó desde el primer momento después del paso del huracán Otis, parafraseando a John F. Kennedy, “es la economía estupido”, a lo cual se abocó antes qué a ninguna otra situación la gobernadora Evelyn Cesia Salgado Pineda.

Antes qué nada y ante todo la reconstrucción del estadio dónde se llevaría acabo el MexTenis, y otra urgencia la realización del Tianguis Turístico, antes que se tuviera agua, antes que las calles fueran transitables, mucho antes de contabilizar los muertos y desaparecidos, qué hasta hoy son cifras desconocidas, antes de retirar los escombros de las viviendas y edificios destrozados, antes de acercarse al dolor y desesperación de los acapulqueños.

Los acapulqueños y en extensión los guerrerenses reflejaron desde la total falta de servicios básicos y las oportunidades al marasmo al que fue empujada la sociedad, una sociedad abandonada, qué a duras penas sigue adelante, sí así lo podemos afirmar por sus propias uñas, que hoy ante el espasmo social en la icónica ciudad de Taxco de Alarcon, se cobra justicia por sus propias manos, ante la inacción de las autoridades y el silencio ominoso de la gobernadora; Ana “A” supuesta cómplice junto con su marido, del secuestro de la pequeña Camila de ocho años de edad, al verse atrapados “a sangre fría” deciden quitarle la vida arrojando sus restos a la vera de un camino, sellando su futuro entre las manos de una turba enardecida, producto del hartazgo de una sociedad abandonada a su suerte, hastiada y en una acción de verdadera catarsis del pueblo,
convertido en populacho, dónde el “hogar del sol” se convirtió trágicamente en
“el luto humano”.

Como punto de inflexión el huracán Otis junto con las secuelas de la “rapiña” y la ausencia de liderazgo institucional del gobierno Estatal, con el ominoso silencio de la gobernadora Evelyn Cesia Salgado Pineda, han evidenciado la profundización de las grandes diferencias sociales, situación que fue llevada cómo en un gran éxodo de miles de residentes acapulqueños inmediatamente después del Otis, que cargaron consigo a los cuatro puntos cardinales de Guerrero más allá de sus límites, amen de sus necesidades, sus angustias, sus perdidas emocionales y duelos personales qué contaminaron seriamente la vida de los guerrerenses, hoy en los titulares de todos los medios y la pregunta sin respuesta qué sintetiza los trágicos y bochornosos hechos qué llevaron a la más grande tragicomedia humana desatada en Taxco de Alarcon, en pleno Jueves Santo: “Todos somos responsables”.

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