Pbro. JORGE AMANDO VÁZQUEZ RODRÍGUEZ

Como ha escalado la violencia y parece un fenómeno que nadie puede parar y afecta a todos y a todo, parece que todo nos estorba, molesta y no hay quien se salve. Afecta a los futbolistas, estrellas de cine, escritores, religiosos, profesores, alumnos, vecinos, padres e hijos y un largo etcétera, el mundo simplemente no nos cuadra, nada existe a nuestro tamaño y nivel.
Lo ideal sería que todo estuviera hecho a nuestra medida, que duda cabe, pero esto aunque sabemos que es imposible, nos empeñamos que en algún momento sea una realidad.
Creo que estamos en una época de inmadurez en la que lo que tiene que ver con la diversidad y el conflicto se gestiona muy mal.
Tanto para los jóvenes y los adultos esto mismo lo hemos procesado mal o simplemente nadie nos preparó para vivir en un mundo tan complejo como el nuestro. ¿Tendrá validez este dicho hoy día: “la escuela te reprueba y la sociedad te redime?”. Yo tendría mis serias dudas al respecto pues este dicho obedece a un momento histórico diferente pues vivimos en unos tiempos tan complejos que todo obedece a cambios tan dramáticos que no sabremos exactamente a qué nos enfrentamos realmente y así: tenemos profesores del siglo XIX con alumnos del siglo XX pero con los cambios impensables del siglo XXI, y nadie (nadie) sabe cómo actuar, cada día todo es nuevo.
José María Rodríguez Olaizola, en su más reciente obra, Bailar con el tiempo da cuenta de ello:
“La educación es un buen ejemplo de cómo en algunos planteamientos se está perdiendo la flexibilidad suficiente para aceptar la contrariedad. Algunas pedagogías están empeñadas en proteger a los niños de la frustración, en evitarles pasar por el fracaso o por la aridez de tareas exigentes, e incluso quieres ahorrarles el esfuerzo de ejercitar capacidades como la memoria, alegando que ya hoy todo el contenido está a nuestro alcance, y para qué vamos a gastar energía en acumular conceptos o datos a los que perfectamente podemos acceder”. (p.110)
Con este mundo tan parcializado pronto no se sabrá qué hacer ante el fracaso, porque de que llega, llega y, a veces, más pronto de lo que te imaginas, muchas metas que no se cumplirán a pesar de poner todo el esfuerzo y capacidades, así como la creatividad adquirida a grandes costos económicos pagados a las escuelas privadas que tampoco estas se salvan de la mediocridad de no entender a este mundo tan cambiante, en otras palabras, no hay dinero que valga para prepararse para lo que viene, casi nadie lo ve venir.
GESTIONAR LAS DIFERENCIAS DE OPINIÓN
En esta opinocracia donde nos toca vivir, no sabemos cómo digerir ya no gestionar tantas ideas encontradas, disimiles, polarizadas, (como le quieras llamar) de las cuales todas dicen tener la verdad, o al menos un mínimo rasguño que suena a verdad.
“Quien no está conmigo, quien no opina como yo o no sostiene las mismas posturas respecto a cualquier asunto polémico, termina convertido en mi enemigo. Esa parece ser, en muchos casos, la tónica habitual. Se ha perdido, en bastantes ámbitos, la capacidad de afrontar la diferencia sin convertirla en algo personal, se ha multiplicado la hipersensibilidad que lleva a tomar como agresión cualquier ´no´ que se nos plantee”. (p.110)
¿Por qué es tan difícil hoy ponerse de acuerdo? Es por dos motivos: a) por miedo a que una afirmación me haga daño; b). Por un deslizamiento de la razón a la emoción; y c). El maniqueísmo contemporáneo.
Con respecto al primer motivo, se puede decir que Yo tengo derecho a defenderme de todo lo que me haga sentir mal, ya sea el lenguaje no inclusivo, los prejuicios o todo tipo de planteamientos diferentes a los míos, en otra palabras yo no quiero que el otro hable por temor a que lo que diga no lo quiero oír.
Con respecto al segundo motivo, creo que es claro que ya no pensamos de manera crítica, pues todo lo pasamos al terreno emocional, sentimental, o sea, todo depende de cómo me haga sentir y ese es el racero de la verdad.
El tercer y último motivo: estamos enfrascado en la batalla de ver todo como: o bueno o malo, o sea, un maniqueísmo moderno. Esta polarización crea enemigos o amigos.
LA CULTURA DE LA CANCELACIÓN
Estos tres elementos afectan a toda actividad humana, se ha polarizado el ser humano: a parte de las aulas, también está presente en las mesas de las familias, a las redes sociales, a muchos medios de comunicación y a los escaños de los parlamentos, a esto se le llama “la cultura de la cancelación”. Cualquier otra reacción ante la diferencia que no pase por el diálogo nos aboca a la censura.
“La crispación va ganando enteros. Quizás aún no estamos en el punto en el que se vea normal resolver las diferencias a bofetadas, la realidad es que hoy la sociedad parece un polvorín a punto de estallar por la más mínima chispa. Un mal día de un influencer, un comentario fuera de lugar a un tuit equivocado, y el héroe de ayer es enemigo público hoy. Ríete tú de los púlpitos y el control de la moralidad de antaño. Hay hoy nuevas inquisiciones de las correcciones políticas y renacidos anatemas para adoctrinar y silenciar al diferente.
Hoy no se está de acuerdo con un político y se organizan escraches para impedir hablar. Se censura a escritores, célebres por tener opiniones propias, distintas a las de la mayoría implacable, sin darles ni la oportunidad de explicarlas ni la legitimidad de sostenerlas. Se niega la posibilidad de disidencia o de debate. Se cancelan ponencias de conferencistas incómodos para evitar el conflicto”. (p.114)
Cita larga pero describe este aire enrarecido que todos respiramos, y aunque nadie soporta, nadie dice nada por temor a ser cancelado. Nuestros lenguajes no son libres, abiertos, al servicio de la verdad, eso ha quedado en el olvido. Hoy solo escucharemos el canto de las sirenas que embrujan nuestros oídos de mentiras. Y lo sabemos. Pero nos gusta.

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