Comparto una experiencia, no como compromiso, como responsabilidad para que se cuiden.
La garganta comenzó a molestar.
El dolor de cabeza era intenso.
Había debilidad y sueño.
Algo me pasaba. Decidí dormir.
No faltaba oxigenación, aunque la nariz goteaba y estaba en un grito de dolor.
Las articulaciones ¡Quemaban!
El dolor aceleró el ritmo cardiaco, alteró y fue mala la noche.
Uf, pensé, es ¡Covid!
Sacudí mi cabeza para denegar, no, ya estoy ¡Vacunada!
Tenía dos meses de la primera “protección”.
La segunda, no había llegado ni tenía para cuando.
Ahora, estaba enferma, no sabía si de gripa, de resfrío o de Covid.
Era una mezcla de dudas con dolor.
Una enfermedad como la vacuna, selectiva y caprichosa.
Con daños focalizados en algunos órganos y un padecimiento voluble.
Un día mal, al otro también y el tercero, ¡había mejorado!
Los temores invadieron.
Era miedo de otros, por saber de mi condición asmática.
Yo me sentía tranquila, no me faltaba el oxígeno, las vías respiratorias despejadas.
Eran los dolores de articulaciones, lo que “mataban”.
En general, la situación no se acercaba en lo mínimo a las crisis asmáticas que varias veces me llevaron al hospital en el pasado.
Aún así, atención médica y aislamiento.
En la noche, ¡pum! La temperatura se dispara.
De 37.6, a casi 39 media hora después.
¡Hay calentura!
Los dolores más intensos. Aparece y desaparece la diarrea.
En la madrugada, crisis de ansiedad y desesperación.
Estiramientos y meditación, logran detener los síntomas.
Llegan los remedios caseros, hasta con quema de pies, como Cuauhtémoc, sólo que con sal de grano y alcohol.
Una buena “friega”. Masaje, muchos té de hierbas naturales y litros de suero oral para hidratar.
Sólo músculos afectados y constipación.
Vías respiratorias, ¡libres! Y buena oxigenación.
Decisión, sí, mucha decisión de darle la batalla a la enfermedad.
Hoy sé, y te comparto, la vacuna, no es ¡Mágica!
Por sí sola, ¡no salva!
Protege, evita la gravedad del contagio, incluso, tu muerte.
Con vacuna, estás todavía en riesgo y eres vulnerable, ¡no bajes la guardia!
Alimentarte bien, reforzar tu sistema inmunológico y hacer ejercicio, contribuye.
¡Todo ayuda!.. Sí, aunque te digan que los remedios no. Sí.
Y sobre todo, tu decisión.
¡No te dejes abatir!
Un virus, no es más fuerte que tú, tienes madera de ¡Mexicano!
Y no permitas que malas políticas públicas para reducir los riesgos, las muertes, acaben con tu vida.
No dejemos más que enlute este virus.

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