No desesperes, ni siquiera por el hecho de que no desesperas. Cuando todo parece terminado, surgen nuevas fuerzas. Esto significa que vives.
Franz Kafka

El asesinato de Luis Donaldo Colosio cambió, sin lugar a dudas, la historia del país. Ahí quedó el desencuentro y ruptura entre Zedillo y Carlos Salinas de Gortari en un contexto turbulento que inició en 1994 con el magnicidio, devaluación, levantamiento en Chiapas y como dicen las cosas ya no podían seguir de la misma forma, el PRI estaba agotado, habían pasado 71 años de su llegada al poder.
En aquellos entonces inició la democratización del país. Por ejemplo, en 1997 se dieron elecciones en el Distrito Federal con la participación del ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas que resultó ganador y por primera vez el PRD fue gobierno. La historia se repitió en el 2000 con Andrés Manuel López Obrador, que por cierto no cumplía el requisito de residencia, pero en aras de la competencia lo dejaron pasar y les ganó.
Pero sin duda fue Vicente Fox Quesada quien resultó el gran ganador, el ranchero coloquial cautivó al electorado que estaba harto de un país en crisis, y harto de los viejos políticos. Hace 25 años se fue el PRI y llegó el PAN al poder en una transición tersa, con un presidente legítimo, pero que pronto mostró que no hubo tal cambió, solo de membrete, la corrupción, la inseguridad y los escándalos fueron creciendo como fue pasando el sexenio, se dilapidaron los excedentes del petróleo y el “zorro” de Guanajuato terminó dócil convertido en mandilón.
Luego se vino el segundo sexenio del panismo con una elección puesta en duda por López Obrador y la necesidad de Felipe Calderón de legitimidad le entró a una guerra contra el narco que cobró más de 20 mil muertos, de nuevo corrupción como los contratos de Pemex que el finado Juan Camilo Mouriño consiguió para su familia. Qué decir del actuar de su secretario de seguridad, por cierto denunciado periodísticamente, y que ahora purga su condena en Estados Unidos. Cómo dice el Pejelagarto ni modo que no supiera en qué andaba su colaborador.
De nuevo el hartazgo ciudadano le dio una nueva oportunidad al “nuevo” PRI de Enrique Peña Nieto, nada diferente solo rostros, mismos apellidos y las peores mañas, los escándalos y la desgracia de los 43 normalistas sepultaron el sexenio con todo y sus gobernadores, unos encarcelados y otros en procesos, los que se salvaron se entregaron, por sus pecados claro, a López Obrador.
También en estos días se cumplieron siete años del triunfo aplastante de López Obrador y un sexenio fallido, perdido diría el difunto Porfirio Muñoz Ledo, con una 4T que Cuauhtémoc Cárdenas ha declarado no entender. Una administración donde no se terminó con la corrupción porque así lo demuestra el desvío de 17 mil millones de pesos de Segalmex, la muerte de 800 mil mexicanos en la pandemia, 200 mil más por el crimen organizado, más desplazados por la violencia, los desaparecidos, obras que no trabajan al cien y sospechas de operaciones de lavado de dinero que involucrarían a García Luna con Alfonso Romo, personaje muy cercano a López Obrador.
Obviamente una columna no alcanza, ni es la intención, para analizar los primeros 25 años de vida política, de tres partidos que han estado en el poder, de cinco presidentes. Quizá seguimos, como anticipaba Octavio Paz, perdidos en el laberinto…
¿Qué tanto nos hemos movido? ¿Seguimos “chingados” con nuestros políticos? ¿Hay algo que celebrar?… Pero mejor ahí la dejamos.
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Hasta la próxima

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