Los ojos del mundo en el año 1968 estaban puestos en México, nuestro país sería sede de los primeros Juegos Olímpicos no solo del país, sino en América Latina y la expectativa, porque además serían transmitidos vía satélite y a color, conducía a retos para la organización y para los propios atletas que estaban sujetos a batir récords.

Pero la mirada deportista cambió, cuando la represión al movimiento estudiantil en la Plaza de las Tres Culturas, el 2 de octubre, 10 días antes de la inauguración prevista para el 12, cambiaría el desarrollo del evento deportivo y marcaría la historia de nuestro país en una de las más sangrientas y deplorables afectaciones a los derechos humanos.

En ese entonces, la voz desde el gobierno federal señalaba a los organizadores de la marcha juvenil estudiantil, como de comunistas provocadores y la intolerancia desde el poder no tuvo capacidad de resolver la demanda estudiantil y usó la fuerza para controlar, reprimir y descalificar las voces que se elevaban por sobre el grito del Mundial.

Cuando falta poco más de 350 días para el desarrollo compartido de México, con Estados Unidos y Canadá del Mundial 202 de la FIFA y se preparan 48 naciones para participar en la contienda deportiva, nuestro país vive momentos álgidos donde la sociedad no está centrada en el evento que se desarrollará en Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, sino en la movilización estudiantil de la Generación Z que protesta contra el autoritarismo gubernamental, la violencia social, los homicidios y, entre otros puntos, la vulnerabilidad de la gobernabilidad con la injerencia de grupos del crimen organizado desde el propio poder.

Ahora, desde el poder, casi siguiendo el mismo guion del entonces Presidente Gustavo Díaz Ordaz, se descalifica a la juventud salvo que ahora no se le señala de comunistas, sino de conservadores y como entonces, en 1968, se le niega la juventud la oportunidad de reconocerles el pensamiento y se les endilga que responden a manipuleos que buscan atacar al gobierno de la cuarta transformación.

En ambos casos es evidente el miedo y lo usan desde el poder, para escudar las acciones de represión.

La convocatoria emitida por la Generación Z, para participar en una movilización, ha provocado la aplicación de una contra política gubernamental para contra restar la posible influencia que puedan lograr estos llamados nativos digitales, a través de las redes sociales.

El temor desde el gobierno está fundamentado en la movilización y acciones realizadas por este Grupo que logró la caída de gobiernos como los ocurridos en Madagascar y en Nepal, incluso su influencia en los nuevos gobiernos con políticas sociales que transforman la mirada de represión por el respeto a los derechos humanos, hasta la apertura del mercado laboral, la comunicación, las relaciones gobierno sociedad.

La Generación Z ha mostrado su preocupación por la conciencia social, la salud mental, que los gobiernos mantengan transparencia en el uso del poder y de las relaciones que provengan desde ese cargo.

En nuestro país, de acuerdo al INEGI, en este año 2025 la población joven de entre 15 y 29 años es de 30.4 millones.

Eso nos da un indicativo del temor que existe desde el Poder y la influencia que han logrado para que un sector joven se pronuncie por la no participación en la movilización convocada y le declare a la Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, su respaldo y apoyo.

El tema no es fácil porque el contexto de violencia que la detona a salir añade una participación social que busca, además, paz social y condiciones de mejora social. Aprenderá la lección del 68 este gobierno que se ha asumido como partícipe y mártir del mismo? O se inclinará por repetir la historia para que desde fuera se vea un país que gobierna con respaldo social. Surrealismo?

SURREALISMO POLÍTICO

MARTÍN MARTÍNEZ OLVERA

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