Por JORGE OCTAVIO OCHOA.

Los mexicanos sabemos, casi por experiencia ontológica, que nuestros políticos nos mienten. Son farsantes por naturaleza, bajo el paradigma de que “el fin justifica los medios”.

Con esta premisa en mente, podemos preguntarnos ¿Qué hay detrás de la revocación de mandato? ¿Por qué le interesa tanto a AMLO? ¿Por qué a los mexicanos no les importa tanto?

En los hechos, y en una sociedad verdaderamente democrática, esto debiera ilusionarnos, porque abre la posibilidad de no volver a soportar a ningún presidente inepto, ambicionista o tonto.

A los tres años, tener la oportunidad de deponerlo, tan sólo a través del voto, ¡Sería algo fenomenal! ¿Entonces, cuál es la trampa? ¿Por qué de 120 millones de mexicanos, ni 2 millones han participado?

DESCONFIANZA

Desconfianza, esa es la palabra, y debiera ser ya un signo de preocupación para López Obrador: no concitar ese respaldo multitudinario que él esperaba, para una de sus iniciativas bandera de la 4T, debe ser más que decepcionante.

¿Cuál es el origen de esa desconfianza? La única razón posible para esta renuencia de los mexicanos es la percepción de que detrás hay una trampa y la creencia extendida de que el presidente se quiere reelegir.

¿Puede hacerlo? En términos constitucionales y legales NO, por mucho que sus seguidores hayan introducido el término RATIFICACIÓN. No hay nada en nuestros estamentos que lo permitan.

El problema es que, desde la falange que ha creado, a través de MORENA, sí puede perpetuar otro tipo de MAXIMATO, a través de una figura leal, y sobre todo muy dócil, como se ha visto que lo es la jefa de gobierno de la CDMX Claudia Sheinbaum.

Los preparativos son obvios. AMLO la lleva y trae por todo el territorio, bajo pretexto cualquiera, para placearla, como dicen en el argot político. Ella es la elegida, aunque nos parezca increíble y prematuro.

Ni Marcelo Ebrard, ¡Ni mucho menos Ricardo Monreal! le garantizan ese grado de abyección y aquiescencia que hoy demuestra la hoy Jefa. Y es triste, porque, al menos en el manejo de la pandemia, ella había sido un ejemplo nacional.

Ese es el tamaño de las reflexiones, a la luz de una serie de procesos electorales en el país, que confirmarán a MORENA como el partido absoluto, con un dominio total. Sólo restará el nombramiento de AMLO como presidente vitalicio del partido.

LA FALANGE LLAMADA MORENA

Puestas así las cosas ¿Qué le garantiza al futuro presidente de México, no ser sometido a la hoguera de los sacrificios bajo la manipulación de López Obrador? El Partido Soy Yo, grita su fuero interno.

Al menos el manifiesto, o pronunciamiento de este fin de semana de los gobernadores morenistas, autodenominados “de la cuarta transformación”, refleja ese alineamiento nocivo en que puede convertirse la revocación.

Como si alguno de ellos hubiese cumplido ya cabalmente su función de gobernadores, exigen garantizar lo que las arcas hacendarias no pueden: instalación de urnas y despliegue de funcionarios confiables para recibir las boletas.

Mandatarios como los de Sinaloa, Sonora, Michoacán, Campeche, que tienen a sus estados sumidos en la violencia, se sienten ahora con la autoridad moral de exigir lo que ellos no dan a sus ciudadanos: garantías de seguridad en nada.

Los gobernadores dicen: “La decisión del Consejo General del INE no solo va en contra de lo dispuesto por la Suprema Corte, sino que atenta contra derechos políticos consagrados en la Constitución”.

Pero del “acuerdazo” o “decretazo”, como quiera llamársele, no dicen ni una sola palabra, aunque este pasa por encima de toda la constitución y de una decena de leyes que tienen que ver con la transparencia, la protección del medio ambiente, la participación equitativa en licitaciones públicas. Se vuelven ESBIRROS de sistema.

ESBIRROS DE SISTEMA

Igual que antes con el antiguo PNR luego PRI, los hoy MORENA-4T se volverán ESBIRROS del sistema, plegados a las órdenes del centro, pero ahora será el partido, y no el presidente, quien les dicte las órdenes.

Hoy, como todos hemos visto, los partidos y gobernadores se doblegan a la voluntad de un solo hombre, porque sus expedientes judiciales están a la mano. Baste ver cuántos exgobernadores hay en la cárcel y cuántos han sido indiciados.

Permítaseme una primera digresión para justificar el uso del calificativo. La teoría es que los políticos en México no han demostrado otra cosa que ser ESBIRROS. Primero sirven a alguien; luego, cuando llegan al poder, se sirven de los demás.

Un ejemplo simple, si usted es fanático de las narco-series: se habrá dado cuenta de que, pese a las referencias explícitas sobre personajes de la vida política nacional, no hay una sola demanda penal por difamación.

Ni Salinas, ni Fox, ni Calderón, ni Ernesto Ruffo Apel han presentado querella alguna contra Netflix, aunque las reseñas de las narco-series ubican periodos históricos del México en el que gobernaron.

¿Qué otro primer gobernador de oposición conoce? En la serie de El Chapo, dicen que familiares de ese gobernador recibieron maletines de dinero de poderosos cárteles de la droga como los Arellano Félix o los Beltrán Leyva.

Todas las series del narco colocan a expresidentes mexicanos del pasado reciente, negociando con jefes de los cárteles más poderosos, y repartiendo el territorio nacional como parte de un gran pastel.

Incluso ahora, permea la percepción de que el cártel de Sinaloa es el que domina en el territorio, en una cruenta lucha con el CJNG y el cártel del Golfo, que siempre se ha manejado aparte.

Esta sensación se acentuó luego de la reacción de López Obrador ante el anuncio de Estados Unidos, de ofrecer 5 millones de dólares por información que lleve a la captura de cada uno de los hijos de El Chapo Guzmán.

Tal pareciera que el presidente de México se enojó: “Si están en territorio nacional, a quien corresponde detenerlos es a la autoridad nuestra. No se permite que ninguna fuerza extranjera actué en esta materia, ni en ninguna otra, en nuestro territorio. Nosotros somos los que tenemos que hacer nuestro trabajo de acuerdo con las investigaciones que se llevan a cabo en México”.

El hecho es que, dentro de México, no se les sigue ninguna investigación. Ni siquiera después de que retaron al Estado Mexicano y amenazaron con incendiar toda una zona residencial de militares en Culiacán.

Esto coloca el nivel de la política mexicana en otra dimensión: en medio de baños de sangre, calentamientos de plazas, ejecuciones y exterminio que siempre tienen un mensaje.

¿DEMOCRACIA O GOBIERNO DE PARTIDO?

Bajo este panorama es que debemos preguntarnos: ¿Realmente vive México en un sistema democrático o seguimos inmersos en un sistema de partido de Estado? ¿El poder está en el pueblo o lo siguen acaparando los partidos?

Así, de cara a la consulta que viene, también tenemos que preguntarnos: ¿Debemos tomar el riesgo los mexicanos? ¿Le conviene al país la revocación del mandato? Sea como sea, la consulta se llevará a cabo, puede usted asegurarlo.

No es cosa menor, menos aún ante un hombre que, en aras de sus propósitos, es capaz de distorsionar la realidad, y creer por igual que los empresarios le piden perdón, o que el presidente de otro país le pide asesoría para salir de sus crisis.

¡Hasta dónde llega la pérdida del equilibrio y la realidad! Y luego dudan que el poder enloquece. ¡Pos acá ya andamos en esas!

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