CUARTO DOMINGO ORDINARIO Ciclo A, 2023
I. Sermón: ¿Quieres ser feliz?
Isaac de Stella, monje cisterciense, filósofo y escritor
«Bienaventurados los pobres en el espíritu» (Mt 5,3).
Sermón 1, para la fiesta de Todos los Santos
Todos los hombres, sin excepción, desean la felicidad, la dicha. Pero referente a
ella tienen ideas muy distintas; para uno está en la voluptuosidad de los sentidos y
la suavidad de la vida; para otro, en la virtud; para otro, en el conocimiento de la
verdad. Por eso, el que enseña a todos los hombres, comienza por enderezar a
los que se extravían, dirige a los que se encuentran en camino, y acoge a los que
llaman a su puerta… Aquel que es «El Camino, la Verdad y la Vida» (Jn 14,6)
endereza, dirige, acoge y comienza por esta palabra: «Dichosos los pobres en el
espíritu».
La falsa sabiduría de este mundo, que es auténtica locura (1Co 3,19), pronuncia
sin comprender lo que afirma; declara dichosa «la raza extranjera, cuya diestra
jura en falso, cuya boca dice falsedades» porque «sus silos están repletos, sus
rebaños se multiplican y sus bueyes vienen cargados» (Sal 143, 7-13). Pero todas
sus riquezas son inseguras, su paz no es paz (Jr 6,14), su gozo, estúpido. Por el
contrario, la Sabiduría de Dios, el Hijo por naturaleza, la mano derecha del Padre,
la boca que dice la verdad, proclama que son dichosos los pobres, destinados a
ser reyes, reyes del Reino eterno. Parece decir: «Buscáis la dicha, y no está
donde la buscáis, corréis, pero fuera del camino. Aquí tenéis el camino que
conduce a la felicidad: la pobreza voluntaria por mi causa, éste es el camino. El
Reino de los cielos en mí, ésta es la dicha. Corréis mucho pero mal, cuanto más
rápidos vais, más os alejáis del término…»
No temamos, hermanos. Somos pobres; escuchemos al Pobre recomendar a los
pobres la pobreza. Podemos creerle pues lo ha experimentado. Nació pobre, vivió
pobre, murió pobre. No quiso enriquecerse; sí, aceptó morir. Creamos, pues a la
Verdad que nos indica el camino hacia la vida. Es arduo pero corto; la dicha es
eterna. El camino es estrecho, pero conduce a la vida (Mt 7,14).
II. Catecismo de la Iglesia Católica (CEC) 459, 520-521: Jesús, modelo
de las Bienaventuranzas para todos nosotros.
CEC 1716-1724: la vocación a las Bienaventuranzas.
CEC 64, 716: los pobres, los humildes y los “últimos” traen la esperanza del Mesías.

III. Comentarios de algunos sacerdotes
Hace una semana el evangelio habló de la vocación; ahora trata del estilo
de la vocación.
El mundo induce a buscar la felicidad en los sentidos externos, en el
poder, el dinero, la carne, etc. La felicidad se busca en la idolatría, por
ejemplo en la admiración a futbolistas y actores y actrices o cantantes.
Es mejor seguir a personas que dejan una buena huella en el mundo.
Tenemos figuras a quien seguir que son los santos, pero nos hace falta
hacer atractiva su vida.
El resto santo –del que habla la primera lectura- es el que sigue al Señor
y busca la felicidad por buenos caminos; son pocos los que practican la
fe, por ejemplo, en México somos en torno al 75 % católicos de nombre,
pero pocos practicando.
Hay una visión de felicidad muy reducida, por ej., varios jóvenes estudian
una profesión planeando más que nada ganar más dinero, no se fijan en
donde más van a ser felices sirviendo al prójimo.
Para muchos jóvenes su ideal es el crimen para ganar dinero fácil y
rápido, a pesar de ser conscientes de que les puede ir mal. Hay
muchachas que se ilusionan con esas personas y al final solo las dejan
embarazadas porque ellos generalmente no tienen solo una mujer.
En una sociedad híper erotizada, la pornografía induce a pensar que la
felicidad solo está en las relaciones sexuales.
Las drogas y el alcohol, se consideran como otra fuente de felicidad.
La felicidad que Dios nos ofrece es muy distinta a la que el mundo o la
sociedad o la cultura nos ofrece.
Lo que propone Cristo es ir contracorriente a lo que ofrece el mundo.
Pobre, según el evangelio, es aquel que no tiene nada, es un mendigo;
ni tiene las posibilidades de lograr algo, por eso cae en la absoluta
dependencia de Dios.
Tengamos lo que tengamos, tenemos la inclinación a tener algo más
algún día. Queremos algo más que cosas materiales.
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

La palabra pobre en la lengua aramea en la que se pronunciaron estas
palabras de Cristo, refiere a un afligido, miserable, pobre. Esto ha de
contextualizarse en los términos de humildad, de no dejar nunca de ser
“mendigos ante Dios”, reconociendo humildemente la necesidad de
ayuda divina.
Aparte de la bendición del Señor, la promesa del reino celestial no se
otorga por la condición externa actual de tal pobreza. Los
bienaventurados son pobres “de espíritu”, o sea, que por su propia
voluntad están dispuestos a soportar por amor de Dios esta dolorosa y
humilde condición, incluso aunque realmente sean ricos y felices.
Ellos son los anawin.
El pobre está en condición de ser humilde, no siempre es humilde, sabe
quién es ante Dios, no presume lo que no es como hace el soberbio.
Cuando está ante Dios de corazón, confiesa sus pecados y tiembla ante
Dios, por la gran reverencia y respeto que le guarda. El pobre no
depende de lo que le ofrezca el mundo, no busca su gloria, sino la gloria
de Dios, por ej., San Juan Bautista que dijo: “que él crezca y yo
disminuya”. No busca grandezas mundanas.
El pobre es feliz tanto si tiene como si no tiene nada.
La felicidad es un camino de realización interna; lo interno determina la
felicidad; lo de afuera puede ayudar o no ayudar.
Nos falta vivir de Dios, alimentarnos de Dios, tener experiencia donde
Dios viene colmando el corazón y no los sentidos externos.
Felicidad: Ahí donde estamos contentos, haya lo que haya, pase lo que
pase.
Las bienaventuranzas son la biografía de Cristo, son como un adelanto
de la narración de la cruz que padecerá.
Es indispensable vivir las bienaventuranzas, porque son los
mandamientos de Dios en el NT.
Los valores que propone Cristo en las bienaventuranzas conforman un
estilo de vida, por ej., vivir en la humildad y sencillez.
Papa Benedicto XVI decía que los problemas de la iglesia son por abuso
de poder, el clericalismo, carrerismo o búsqueda de primeros puestos.
El perfil de persona que proponen las bienaventuranzas es para todo el que quiere seguir a Cristo.

¿Qué nos hace felices a nosotros? ¿En qué momentos somos felices?
¿Cómo mostramos la felicidad a nuestros fieles? Sin caer en espejismos,
engaños, porque lo que colma los sentidos es pasajero; lo que es
duradero es lo que nos acerca más a Dios, el Eterno.
¿Cómo hacer que nuestra gente se sienta feliz en buen sentido en
nuestras comunidades?
El cristianismo y judaísmo se proponen hacer felices a las personas.
¿Cómo asumimos nosotros esa función?
Se da culto a los muertos porque eso consuela, de ahí que haya gente
que solo vaya a los novenarios y terminando ya no se vuelven a
aparecer.
La Misa es sacrificio, no es únicamente fiesta.
La clave está en un
encuentro con Cristo, en torno a quien nos reunimos, rezamos,
cantamos, sentimos que pertenecemos a la comunidad.
Buscar la alegría, felicidad, por los medios adecuados, por ejemplo, la
alegría que se vivió en el Curso anual de Actualización de sacerdotes.
Cada domingo hay que mostrar felicidad con las cosas de Dios más que
en las amistades, vacaciones…
Encontrar la felicidad en la oración, preparación diaria de la homilía,
atención a los enfermos, en confesar a la gente; no verlo como obligación
sino como oportunidad de ser felices haciendo felices a los demás.

AVISOS

  1. Participar en la Peregrinación a la Basílica.
  2. Aunque fue el Día de la fundación de la Diócesis el pasado día 26, hay que
    mencionarlo y hacer oración por ella hoy domingo 29 de enero.
  3. El lunes 06 de febrero Misa de Aniversario del P. Vital Alonso, a las 12 h en el Seminario de Chilapa.

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