En la Gesta Heroica del Puerto de Veracruz, en el 109 aniversario de su defensa, celebrada en esa entidad federativa, frente a un numeroso grupo de marinos, soldados que han servido a la patria también en tiempos de paz y con una historia de confianza, hasta ahora, más acorde a la idea de servicio sin escándalo que se conozca públicamente de sus mandos, el Presidente de México y comandante en Jefe de las Fuerzas de Seguridad, Andrés Manuel López Obrador, emitió su grito de guerra y prácticamente llamó a las y los mexicanos a defender el país de cualquier invasión extranjera.

Pero antes de levantarnos en arma y revisar en nuestros armarios si nuestros antepasados dejaron alguna escopeta que haya sido usada en la más reciente conflagración mexicana, como la de la Revolución Mexicana, para hacer uso de la misma, o recurrir a la práctica de tiro de resorteras, que también son armas. Veamos el contexto de tan insólito llamado.

El Gobierno de Estados Unidos informó al Gobierno Mexicano que había logrado infiltrar, con éxito, una célula del grupo delictivo Cártel de Sinaloa y que contaba con datos para neutralizarlo. La respuesta de AMLO no podía ser menos surrealista, en lugar de felicitar por el éxito de la operación y solicitar conocer los detalles de la misma para empezar a pacificar nuestro país, ¡se indignó!

El nivel de indignación de su respuesta está en el tono de su voz, de su gesticulación, de su arenga, que, lejos de levantar empatía en los grupos que no están en la tesitura de su discurso -porque hay quienes no tendrían ni que pensar, sino reaccionar-, permeo lo que todavía permanece como inquietante rumor: qué intereses tiene en ese grupo que le afectó?

Porqué tendría que levantarse todo un pueblo, sabio o no, entendido o reaccionario ¿para defender a un cártel? Porqué tendría que exponer su vida, su seguridad para que ese cártel se mantenga sin injerencia extranjera?

Creo que el Presidente equivocó su llamado al país pensando que todos habrán de levantarse contra una Nación que puede, a su vez, ni siquiera levantar ninguna arma para ganar la guerra, simplemente enviando a nuestro país a las y los mexicanos que residen en aquella nación a ser parte de este pueblo que los lanzó fuera por falta de oportunidades, para estar no en un lio de armas sino en uno diplomático. ¿Surrealismo?

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